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No Hagas Cosas Buenas...

Cada quien lo suyo

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Ya fue y vino y por fortuna sin daños a la vista que lamentar. El presidente Andrés Manuel López Obrador ha podido salvar su riesgosa su visita a la Casa Blanca, en Washington D,C sede oficial de l la presidencia de los Estados Unidos de América.

Lo que parecía una visita que de mucho riesgo y pocas expectativas, ha resultado sin lugar a dudas, al menos en estas primeras horas de concluida, un éxito para el dignatario mexicano, que ha tenido que sortear en los últimos meses con el monstruo de la pandemia mundial del Covid-19, la cual sigue devastando a miles de mexicanos que hasta el día de ayer sumaban 282 mil 283 casos positivos y 33 mil 526 muertes.

Aunado al desastre del manejo de las cifras y predicciones de la propagación, las cada vez más continuas historias desgarradoras de personas que mueren sencillamente porque no pueden recibir atención médica de parte del sector público, el gobierno de López Obrador acumulaba ya cifras irrefutables de las cosas en la economía no han marchado bien , reportando una contracción del .14 por ciento en 2019 ( el peor desempeño desde la crisis mundial financiera de 2009) y un desplome brutal para este 2020, propiciado, claro, por el maldito coronavirus mayormente pero también por acciones de la actual administración para ahuyentar inversión productiva. Igualmente su fracaso hasta el momento en el cumplimiento de la principal función de un Estado, que es el de proporcionar a sus ciudadanos seguridad, ya que el año pasado se batió el récord de asesinatos en la república mexicana, la mayoría atribuidos a las bandas del crimen organizado que durante más de una década han asolado a México. Los datos actuales reportan que si bien la tasa de homicidios no crece, el número de muertos este año por violencia pueden superar marginalmente los del año pasado.

Pues aun y con estos elementos, el Presidente si bien no goza ya de la apabullante aprobación con la que contaba al inicio de su mandato, es innegable que la misma no se ha desplomado ni remotamente a los niveles en lo que quisieran verle sus adversarios. Los datos disponibles de las encuestas serias publicadas señalan que el tabasqueño todavía cuenta con un aceptación que ronda del 54 al 58 por ciento de la población total. Nada mal para un gobierno que en datos duros sólo ha entregado saldos negativos, y aunque el prestigio del dignatario permanece inmaculado en cuanto a su honestidad, y su discurso de que lucha diariamente contra la corrupción que tanto daño le ha hecho a México aparentemente tiene consistencia, el que en su gabinete permanezcan personajes como el director general de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett Díaz, al menos le resta congruencia.

Así, entonces, en medio de circunstancias adversas, el Presidente aceptó realizar su primer viaje internacional justo para visitar al inquilino más racista y antimexicano en las últimas décadas de la Casa Blanca.

El viaje pudo haber sido una amarga experiencia en caso de que Donald Trump fiel a su estilo hubiese espetado algún insulto o descalificación hacia los mexicanos de ambos lados de nuestras fronteras.

Nada de eso ocurrió; de hecho, fue un resultado contrario. Trump se comportó amable, cordial y condescendiente con nuestro jefe de Estado, quien terminó recibiendo del norteamericano un trato por demás digno, tal como el propio AMLO había anticipado que tendría que recibir.

Por supuesto que ese trato tan distintivo de parte del republicano se debe a que en noviembre tiene una cita con las urnas si quiere prolongar su mandato cuatro años más. En 2016, sólo el 27 por ciento del voto latino le favoreció, y su actual desventaja en las encuestas de 10 por ciento contra su rival demócrata Joe Biden lo estén forzando a realizar un guiño ante el electorado hispano, mayormente de origen mexicano.

En las reuniones bilaterales celebradas antier en la capital norteamericana se excluyeron temas fundamentales tales como seguridad, migración y hasta el muro fronterizo; priorizando el inicio del nuevo tratado de comercio TMEC, que sustituye al extinto TLC.

Cada quien buscó lo suyo. Trump, acercarse a los votantes latinos, y López Obrador, intentar que, a través del nuevo acuerdo comercial, la inversión norteamericana fluya copiosamente para ver si con ella puede ayudar a recuperar la maltrecha economía mexicana que de seguir así dará al traste al anhelo del mexicano de lograr lo que él denomina Cuarta Transformación

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