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Al ojo del búho

Reapertura hotelera en Mazatlán

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ELÍAS BECHELANI DE LA PARRA

Como es sabido de todos, con motivo de la pandemia el puerto de Mazatlán estuvo cerrado y ahora con la "nueva normalidad", desde el 1 de Julio reiniciaron actividades, entre otros el sector hotelero de Mazatlán, por lo que me di a la tarea de vivir de primera impresión como funcionaría esta "nueva normalidad" de primera mano, para estar en aptitud de compartirla con ustedes.

En esta ocasión fui al hotel Pueblo Bonito "Emerald Bay" en la modalidad de todo incluido. Desde que se salí a carretera y hasta llegar al puerto de Mazatlán no hubo un solo retén, aclaro, por la supercarretera y el único contratiempo fue que aproximadamente en el kilómetro 204 me detuvo la Guardia Nacional diciéndome que el límite de velocidad era de 85 km/hr, yo circulaba a 119 km/hr, argumentándoles que no había ningún letrero que marcara el límite

De hecho, de regreso vine al pendiente y no existía; el GPS me marcaba como límite de velocidad 110 km/hr, todo gracias a Dios quedó en una amonestación. Por el Periférico se llega directamente al hotel sin pasar por la ciudad, yo esperaba mucho tráfico en la carretera, sin embargo no lo hubo, a pesar de que fue este viernes pasado a la tarde mi salida.

Al llegar al hotel pude percatarme de que cuidaron mucho el recibir a las personas con la sana distancia, el vehículo lo deja personalmente cada quien en el estacionamiento, nos pasaron a una cámara de sanitización, el equipaje sufre el mismo tratamiento, desde luego la obligada toma de temperatura y el gel antibacterial.

La recepción fluida y con mucho cuidado con la distancia, el obligado uso de tapabocas, desde luego el uso de acrílicos en la recepción; de ahí pasamos al restaurante y fue en donde se advierte mayormente el efecto de la pandemia, ya que este tipo de servicios y sobre todo en la calidad del hotel se distinguen los grandes bufetes.

Existía un restaurante en el hotel y la posibilidad, con previa reservación, de acudir al restaurante de otro hotel de la cadena a casi 6 kilómetros de distancia, en el caso está diferencia la pude advertir ya que no existía buffet sino solo servicio a la carta, distancia entre las mesas y las marcas para que mientras entraba al lugar existiera la sana distancia, una persona por familia haciendo fila, los platillos de muy buena calidad (no deja de extrañarse el buffet), la magia de la alberca y el mar (con mayor separación entre los camastros), el clima excelente (caliente) con algunos nublados que nos refrescaron.

El servicio de alimento y bebidas en el área de la alberca, basto y continuo, los meseros y personal del hotel, muy cuidadosos e incluso temerosos de algún contagio, sin embargo muy contentos de iniciar labores y llevar ingresos a sus domicilios. Debemos tomar en cuenta que los meseros perciben la mayor parte por propinas y no por su salario.

El hotel como ustedes saben alberga una fauna importante de iguanas, flamencos y de peces que me llevaron a pensar cómo subsistieron tantos meses con el hotel cerrado, sin embargo al igual que el hotel se veía muy bien cuidado, es decir, que no se escatimó en su mantenimiento en el tiempo que estuvo cerrado.

En una sola ocasión en la noche me trasporte a la ciudad en busca de una farmacia que la más cercana, a unos kilómetros rumbo a Zona Dorada y a pesar de que no era muy tarde se notaba obscura por el área del CID, las luminarias apagadas o con poca iluminación, los trabajos en la Avenida del Mar con 2 carriles en reparación y los antros y restaurantes cerrados, al menos cuando yo pasé.

Después del encierro, el tomar la luz del sol, estar en el mar me llevo a la reflexión de lo importante que es estar vivo y lo poco que aprecié la libertad de viajar y los lugares abiertos ya que todo eso era normal, el poder abrazar y saludar efusivamente, sin embargo, esta "nueva normalidad" nos hace valorar y disfrutar mucho lo poquito que podemos obtener o vivir de todo lo que teníamos.

El gran esfuerzo que hace la gente para reabrir sus lugares y conservarlos y lo importante de apoyarlos, viví como nunca el disfrutar del ocaso del sol y di gracias a Dios por poder estar ahí. Desde luego tuve mucho cuidado en respetar las normas que esta pandemia nos ha impuesto y pude regresar sin ningún contratiempo a esta ciudad sin que a mi regreso nadie preguntara ni de dónde venía, ni me retuvieran.

Escrito en: Al Ojo del Búho hotel, mucho, estar, distancia,

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