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El imperio de le mentira (Segunda parte)

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El imperio de le mentira (Segunda parte)

El imperio de le mentira (Segunda parte)

CARLOS CÁRDENAS

Hay muchas formas de mentir y también muchos motivos: se miente por miedo, para no ser encontrado en el error o la equivocación, se miente para sacar ventaja, manipular a alguien, incluso, para no herir a alguien ("mentiras piadosas"), o se miente por sistema y también por ignorancia; siendo tolerantes con la naturaleza humana podemos decir que mentir es algo normal, nada extraño en realidad, lo cierto también es que a pesar de su normalidad nadie quiere ser engañado, a nadie nos gusta que nos mientan, san Agustín escribió: "He encontrado muchos que querían engañar, pero ninguno que quisiera dejarse engañar", la mentira, entonces se dimensiona más grave cuando es recibida, que ejercida y es que, en esencia, atenta contra la dignidad de la persona, engañar, es pues, un acto en perjuicio del otro. El ocultamiento de la verdad supone la obstrucción de la realización de los demás porque la verdad es un bien al que aspira todo ser humano, la posesión de ésta genera una satisfacción insustituible que genera certeza y, por lo mismo, seguridad; existen verdades tan importantes que el nivel de satisfacción nos garantiza la anhelada felicidad, la filosofía siempre ha perseguido este objetivo y su proceso ininterrumpido durante la historia confirma este deseo perenne de la humanidad. En la actualidad, la normalización de la mentira se ha llegado a justificar a través del pragmatismo que nos caracteriza, la connotación negativa que siempre había tenido es minimizada porque hoy valoramos el engaño como una demostración de inteligencia o astucia, actividad estratégica para obtener beneficios: la publicidad, por ejemplo, nos ha invadido durante décadas con imágenes que promocionan productos que son presentados como muy convenientes para su consumo, cuando, en realidad, hemos venido comprobando que, a corto, mediano o largo plazo, producirán un daño irreversible a nuestra economía y, en el peor de los casos, a nuestra salud; pero, mientras eso sucede, las grandes empresas han amasado ya grandes fortunas a través del ocultamiento de información o del falseamiento de la realidad, es decir, mintiendo. Y que decir de aquellos espectáculos mediáticos que nos ofrece la política cuando vemos convivir armoniosamente a personajes de ideologías tan opuestas y radicalizadas profiriéndose elogios mutuos después de que en el pasado desplegaron, con todo su ingenio, serias críticas a su contraparte; la escena es de por sí repugnante, al menos para quienes tenemos un poquito de memoria, para otros podrá representar una proeza diplomática y, tal vez hay a quien pueda parecerle intrascendente, incluso, cómico, al final, lo alarmante no es tanto el cinismo de las partes como la normalización del engaño, lo alarmante realmente es que ante la imposibilidad de encontrar la verdad, hemos adaptado la mentira como sistema legítimo y la falsedad como virtud.

Escrito en: GALERÍA SEISDIECIOCHO mentira, miente, realidad,, nadie

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