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Orquídeas a la luz de los siglos

La Mulán duranguense

ORQUÍDEAS A LA LUZ DE LOS SIGLOS

La Mulán duranguense

La Mulán duranguense

DANIELO HERNÁNDEZ

¿Estará cercano el día en que la historia comience a saldar cuentas con el arrojo, valentía y entrega de las mujeres?, o ¿será acaso que los sacrificios y aportes del mal llamado sexo débil nunca han sido suficientes para los encargados de escribir la historia?

Y es que, a través del tiempo, no son pocos los relatos de infinidad de mujeres que tuvieron que ocultar su femineidad por hacerse de un lugar importante en la sociedad y la historia; otras más, permanecieron sumisas y calladas bajo la sombra de sus maridos o el apellido de estos, a fin de ver sus logros reconocidos y aceptados. Sin embargo y a pesar de su trascendencia, los sucesos que dan vida a la aportación de estas revolucionarias mujeres, siguen permaneciendo en el olvido.

Hace unos días leí un breve texto sobre una de estas mujeres de las que poco se habla: Valentina Ramírez Avitia, la "Mulán" mexicana. Como recordarán, la Mulán de la historia, tuvo que disfrazarse de hombre para poder ingresar al poderoso ejército de la antigua China salvando así el honor de su anciano padre que no tenía hijos varones para enrolarlos a las fuerzas armadas, como exigían las autoridades de la época.

En franca similitud a Mulán hubo en nuestro país una singular historia de una duranguense (nacida en Tamazula en 1893) que se sumó a las filas de la revolución maderista y que a fin de obtener el respeto y respaldo de las autoridades castrenses y de la tropa, tuvo que recoger sus trenzas, impostar la voz y vestirse de hombre. Así, con el alba de los primeros balazos de la revolución en el noroeste mexicano saltó a la escena "Juan Ramírez" un escuálido joven de 17 años que con carrilleras llenas de cartuchos y un 30-30 preciso, logró imponer su arrojo y valentía hasta ser nombrado oficial del ejército.

Aunado al carácter rudo, el engaño fue completado con los modos aprendidos de su recientemente fallecido padre, caminar, hablar, montar a caballo, sin embargo, debajo del sombrero y de la ropa, en la entrepierna se ocultaba un secreto.

Juan participó valientemente en la toma de la ciudad de Culiacán, su determinación y carácter le valieron el grado de teniente, distinción que no hubiera sido posible de haberse presentado como mujer, como Valentina. No pasó mucho tiempo en que la identidad oculta de Juan Ramírez fuera descubierta, sin embargo y a pesar de la bravura mostrada en la batalla fue dada de baja en el regimiento al que pertenecía. Valentina pasó sus últimos días en Culiacán sumida en la pobreza y lavando ajeno para subsistir muriendo finalmente en la década de los setenta, pobre y en el abandono.

Nadie obligó a Valentina a ingresar vestida de hombre a un movimiento armado como fue el de 1910, pero su ejemplo, argumentó suficiente para que nunca olvidemos a las mujeres que se rebelaron, marcharon y retaron al sistema permitiendo que todas las de hoy, se expresen, voten, estudien, elijan, decidan y puedan diariamente luchar en libertad por sus derechos.

Escrito en: Orquídeas a la luz de los siglos Valentina, Mulán, mujeres, nunca

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