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LETRAS DURANGUEÑAS

Si el recuerdo no te hace soñar…

Si el recuerdo no te hace soñar…

Si el recuerdo no te hace soñar…

Mónica Ortiz Aragón.

Recuerdo, que caminé por el lado poniente de la Plaza de Armas, la calle Juárez; casi sin tráfico. Deseaba llegar un poco después, pero eso significaría tener el riesgo de quedarme corta de tiempo para llegar a mi segundo trabajo. Había sido buena idea ponerme mi saco, el aire era bastante helado, Ya que estábamos a inicios de diciembre de 2019, unos días antes de mi cumpleaños 50,

La tienda de artesanías llamada “Los Tlacuhilos”, ubicada, debajo del kiosco de la plaza. Siempre que estoy ahí, es una visita obligada, el pararme a admirar desde afuera.

Algo hizo que me fijara, de lo que estaba frente a mí. Era como un sueño, era la imagen de aquella niña que también me miraba con insistencia de forma altiva, expectante, en cambio yo la miraba con extrañeza.

¿¡Era yo!? Tendría 13 0 14 años; recuerdo ese vestido azul mariano sin mangas, usaba calcetas dobladas, zapatos escolares, corte de pelo lacio cortado en forma de cazuela, llevaba mis arracadas pequeñas de oro, los lentes.

Cuando parecía que no volvería a ver… la dignidad de ese rostro joven, el fuego interior de su extrema juventud, ahora era yo misma la que estaba frente al espejo de la vida. Ya no me encontraba en el año 2019 sino en 1981. Porque estuve segura que lo que en momentos antes era de mí… había desaparecido, solo lo que rodeaba mis 13 años.

Perdón. Voltee hacia una voz que ya conocía; al tenerme más cerca pude constatar lo pequeña y delgada que era yo en ese momento. Yo seguía sin poder abrir la boca para contestar. ¿Se siente bien? ¿Te importa si me acompañas para sentarme en aquella banca? No debería, en la casa siempre me han dicho que no hable a hablar con extraños. Claro, eso lo dice mi abuelita Rosa. Mi abuelita así se llama. Lo sé. ¿Cómo lo sabe? Creo que debo sincerarme contigo…yo soy tú cuando seas grande, te lo puedo comprobar. Por favor siéntate, prométeme que no te iras.

Pero no tengo tiempo, estoy esperando mi camión que me lleva a mi secundaria… ¿Señora se siente bien? Mire que me está asustando. Solo quiero hablar contigo. Veía que mi otro yo más joven no estaba convencida, pero en su mirada se veía un brillo de curiosidad.

Mira tú brazo derecho en la parte interna, arriba tienes un lunar rosa, mira yo también lo tengo. Ella me tomo el brazo y acerco su tierno brazo junto al mío. Tenía que hablar, para tratar de convencer a la joven que yo era ella, en otros años. Acabas de escribir en una banca de cemento con un gis “Yo un soñador, pero no soy el único” A los ocho años te festejaron, llevándote a desayunar, te llegó un poster de Sandro. Hoy no encuentras que libros leer, pero no te preocupes, tendrás infinidad de títulos y escribirás tus propias historias.

Ahora yo la era la que debía preguntar a mi Monica joven si me sentía bien, ella estaba pálida, sentada, con ganas de llorar, me daba pena decirme a mí misma a los 13 años, lo que iba a pasar. Me acordaba, como era yo en ese momento feliz, escribiendo historias con mis sueños e ideales, ¿Por qué romper esa magia, esa esperanza?

Enfrentaron la ingenuidad de la primera década con la sabiduría de los años. Da alegría el darse cuenta que no era necesario cambiar nada, que la vida es un claro- obscuro, sentimientos, pérdidas, decepciones, logros…

Perdón señora, esto es de usted. Me encontraba nuevamente en la plaza frente a la vidriera en la parte baja del kiosco. Un joven me daba una revista de “Notitas musicales”, en la portada estaba el grupo Menudo. Pero…no se preocupe, una niña me dijo que era de ella y de usted. No la busque, hace rato que se subió a un camión azul, de esos que van rumbo al Tecno. El muchacho se fue y yo abracé aquellas hojas que creí perdidas y que ahora eras propias. Sequé un par de lágrimas y me puse a reír como hace mucho no lo hacía. (Escrito con admiración en base al relato “El otro”, de Jorge Luis Borges”.

Escrito en: LETRAS DURANGUEÑAS estaba, joven, frente, brazo

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