Kiosko

SORBOS DE CAFÉ

Vamos a extrañarnos

SORBOS DE CAFÉ

Vamos a extrañarnos

Vamos a extrañarnos

MARCO LUKE

Hoy desperté nuevamente a tu lado.

En cuanto abrí los ojos, posé la mirada en cualquier lugar del techo de la recámara. Como siempre, sabía que estabas ahí, no vi la necesidad de voltear y corroborar tu presencia.

El ritual entonces comenzaba: quitarme la sábana, revisar el reloj colocado en el buró, y sentarme en la orilla del colchón esperando el impulso para comenzar el día.

Pero el esfuerzo se vio interrumpido por un trozo del lienzo morado, tu color favorito para ropa de cama, enredado entre mi camisa y tu brazo tendido cerca de mi espalda.

Volteé instintivamente, destrancando la tela de una bofetada llevándose la última ración que alimentaba mi aturdido enfado matutino.

Entonces, entre un chasquido de dientes apareciste tú, soñando aún, sintiéndote segura del lugar donde te encontrabas: en mi cama.

Y yo, me sentí afortunado y al mismo tiempo aterrado. Porque, es una gran responsabilidad resguardar tu sueño, pero también, es un gran privilegio.

Sonreí y platicaba contigo, murmurando para no despertarte, sobre la primera noche que pasamos juntos con la que comenzamos a atravesar las madrugadas abrazados, a veces exhaustos y porqué no decirlo, otras cuantas con un conflicto intruso en medio de la cama que huía en cuanto nos vencían las ganas de entregarnos.

Fue entonces cuando al verte así, contando años junto conmigo y sumando belleza a tu cara con cada amanecer, que sentí rabia.

Rabia por haber perdido en la memoria todas las noches juntos, vergüenza por prostituir mi tiempo a tu lado por unos pocos segundos comprados por algún programa barato de la televisión o por las páginas de un libro que pudo esperar para mañana.

Pero lo peor fue sentir miedo. Sentí el terror de la certeza de que esa compañía, algún día terminaría, sentí la tortura propinada por la tristeza causante de tu ausencia. Así, fue como entendí lo frágil que soy sin tí, y la poca fuerza que me queda cuando no estás.

Tu ausencia o la mía, pero al final de cuentas, tendrá que terminar nuestra historia, historia de la que por mala suerte, no tengo registro de cada uno de nuestros capítulos.

Sólo vienen a mi memoria esos episodios donde la emoción archivó el éxtasis, la alegría, la pasión y las lágrimas.

Agradecí entonces a la intensidad, y en tal caso de seguir contando con ella, mientras miraba tu respiración celestial, te propuse : "Vamos a extrañarnos".

Suspiraste y lo tomé como un sí.

A cada segundo, en cada pensamiento, en cada movimiento, en todos tus reflejos frente al espejo, en los días de lluvia, de sol, de frío, te ruego: vamos a extrañarnos.

Vamos a extrañarnos tanto, que cuando llegue el fin de nuestros días, la costumbre de hacerlo... decepcione a la muerte.

Escrito en: Sorbos de café cada, sentí, entonces, nuestros

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Kiosko

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas