Adiós al perfeccionismo
¿Cómo no ser perfeccionista? ¿existen pasos para liberar el estrés que ello te produce? Antes se consideraba que ser perfeccionista se contaba como una cualidad, pero la idea de intentar hacer todo sin errores es agobiante e innecesario.
Entendiendo lo anterior, el perfeccionismo es un hábito negativo con consecuencias igual de negativas, y para no caer en ello hay que diferenciar entre el perfeccionismo y la optimización de tus acciones, ya que es clave para ser más eficiente y feliz.
¿CÓMO DEJARLO ATRÁS?
1. ACÉPTATE TAL COMO ERES
Sin expectativas irreales creadas por ti mismo o por extraños. El primer y único filtro de quién eres viene de ti, eso incluye analizarte, desarrollarte, estar dispuesto a cambiar.
2. OBSERVA TUS PENSAMIENTOS
Juzga su calidad y filtra todos aquellos que apelen a tu yo perfeccionista. Piénsalo así: tus pensamientos cambian la química de tu cerebro, convertir los perfeccionistas en optimistas y retadores literalmente modifica el funcionamiento de los neurotransmisores. Sí, la negatividad es una forma de autosabotearte.
3. CUESTIONA TUS CREENCIAS LIMITANTES
¿Cuál es el costo de buscar la perfección? ¿Qué estoy perdiendo en cada área de mi vida? ¿Cómo será mi vida cuando no seas perfeccionista? ¿Quién dijo que es bueno ser perfeccionista?
3. TRABAJA EN AFIRMACIONES POSITIVAS
Está científicamente comprobado que tenemos el potencial de transformar la forma en que percibimos e interpretamos el mundo. Al reemplazar la negatividad con nueva información, nuevas regiones cerebrales son estimuladas y nuevas estructuras neuronales son establecidas, ayudándonos a desarrollar una mentalidad positiva y a romper las barreras que el pensamiento negativo construye en nuestro día a día.
4. APRENDE A MANEJAR LOS ERRORES
Cuando cometas un error, básate en los hechos para analizar qué factores lo provocaron y plantéate soluciones posibles. Aprender de tu error significa explotar tu creatividad, buscar culpables, caer en el drama y entregarte a las emociones tóxicas.
¡Haz algo! Empieza aquí y ahora, deja de procrastinar y actúa aunque sientas que no estás listo. Elabora un conjunto de pequeñas metas y cada semana checa tus avances, ajustándolas hasta que alcances tu objetivo.