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El poder

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RODOLFO ELIZONDO

Muerto el perro, se acabó la rabia.

"Los problemas suelen tener su origen en un solo individuo fuerte: el subalterno arrogante, el sembrador de resentimientos. Si se les deja espacio para accionar a este tipo de individuo, otros caerán ante la influencia del personaje. No espere a que los problemas que él causa se multipliquen, y no trate de negociar con él, pues es irrecuperable. Neutralice esa influencia, aislándolo o eliminándolo. Recuerde que muerto el perro, se acabó la rabia." — -Robert Greene-

Cuando se le pregunta a un político profesional que por qué hace lo que hace, es decir, por qué participa en la política, es normal que responda con los típicos lugares comunes: "para luchar por el bien común", "para servir a mi gente", o, como está de moda, "por servir al pueblo". Sin embargo, por lo que verdaderamente están ahí es por el poder. La política es el arte de ejercer el poder. Poder para cambiar, para incidir, para decidir. Y por esto, el poder debe ejercerse. El que no ejerce poder no se puede llamar a sí mismo político. Punto.

En México y en nuestro estado, lamentablemente, veo a muchos que se autodenominan "políticos", pero no son más que administradores de intereses. En Durango todos sabemos quiénes han cometido actos de corrupción, engañado a la ciudadanía malversando fondos, pidiendo moches, y un gran etcétera. Y a sabiendas de todo esto, los ciudadanos seguimos sin ver nada. Nuestros políticos se quedan petrificados ante el pasado, aunque este les estalle en sus narices.

En estos días supimos de presuntos actos de corrupción -uno de ellos, ni más ni menos, por 800 millones de pesos. Dinero, recordemos, que es nuestro, de los contribuyentes, no del Municipio ni del Estado. Recursos que se requieren muchísimo dadas las circunstancias actuales del país.

Cuando me enteré de lo anterior, yo esperaba una acción contundente por parte del Municipio. Una denuncia impecable en lo jurídico y que devolviera dignidad a la política local. Para decirlo rápido, un acto de poder que atacara el corazón de la corrupción. No ha sucedido. Vi a un Municipio hacer mucha faramalla por otro caso, de menos recursos, sin explicar bien a bien por qué escogió ese y no el otro. Vi a un Municipio todavía preso de su pasado, sin la decisión de hacer cumplir la ley. En suma: un Municipio que claudica a ejercer el poder que le dimos los ciudadanos mediante nuestro voto.

Hay que recordar que cuando elegimos a las autoridades municipales no les dimos un cheque en blanco para gobernar a su leal saber y entender. La ciudadanía les dio un mandato muy claro: acabar con la corrupción, meter a la cárcel a quienes han hecho del patrimonio público su botín personal y que regresen el dinero.

Parece que esto tan básico, por lo menos hasta hoy, no lo recuerdan nuestras autoridades municipales y, añadiría, estatales. ¿Se han fijado que ya nadie habla del sexenio priísta anterior? ¿A poco ya nadie se acuerda todo lo que se dijo en campaña en contra de aquel gobierno? ¿Dónde quedaron todas las promesas de cambio y de cero impunidad?

Como dice Green, siempre hay un individuo que siembra resentimientos y que influye en negativo hacia el futuro. A esos individuos hay que neutralizarlos, aislarlos. Si no se hace, con el tiempo van conquistando espacios; y como la humedad: en todos lados se meten. No es tan difícil, ya sabemos quiénes son y para aquietarlos tenemos una cosa que se nos olvida: el estado de derecho.

Lo único bueno es que todavía hay tiempo. Falta la decisión de nuestras autoridades de hacer simplemente su trabajo: ejercer el poder y aplicar la ley.

Escrito en: Columnista invitado poder, Municipio, hacer, ejercer

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