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Dolores del Río en el cine mexicano del siglo XX

Dolores del Río  en el cine mexicano del siglo XX

Dolores del Río en el cine mexicano del siglo XX

Óscar Jiménez Luna

Emilio “El indio” Fernández niega con una sinceridad y modestia que admiran que él no hizo a Dolores del Río. Ella ya venía, ya era, le comentó al memorable periodista español Joaquín Soler. Es verdad, sin embargo en nuestro país la estrella volvió a nacer. Con una estética que le debe mucho al realizador ruso Sergei Eisenstein y a la propuesta del muralismo mexicano, según lo reconoció el mismo director coahuilense, y conjuntando a su lado a una triada de verdaderos talentos: Mauricio Magdaleno, en los guiones, y Gabriel Figueroa en la fotografía, el genio de “El indio” logró crear una imagen de México que le dio la vuelta al mundo. La pareja formada por Dolores del Río y Pedro Armendáriz, la expresión de la belleza más representativa de nuestra plástica cinematográfica, lograron quizás los mejores relatos visuales en su tipo.

La actriz fue dirigida en seis ocasiones por Fernández: “Flor Silvestre”, “María Candelaria”, “Bugambilia”, “Las abandonadas”, “La malquerida” y “Reportaje”. Si Hollywood le fama y dinero, el cine del “Indio” le trajo a la actriz duranguense reconocimiento en los grandes festivales del cine. Cannes, por ejemplo, le otorgó “La palma de oro” por “María Candelaria”, y además la acercó mucho más al público de nuestro país. Gradualmente fue aceptada por sus actuaciones en que representaba a la mujer mexicana. Por otra parte, se dio oportunidad de otro romance, esta vez con el propio Fernández, quien la amaba desde los años en Estados Unidos, en donde el futuro director había actuado en algunos filmes.

En su libro, “Divas” (2015), María E. Silanes recrea un buen aliento narrativo y sustento documental, la experiencia de Dolores y “El indio”. Permítaseme la amplitud de la cita:

“Dolores sale al balcón a recibir la mañana: hay mucho sol a su alrededor, el canto de los pájaros. Respira hondo, sabe que necesita tomarse el asunto con calma. Aceptará perdonar a Emilio, aunque le pondrá muy claro sus condiciones, nada de gritos ni actos extremos, como asesinar animales. El Indio en un ser atormentado y violento, pero hay que tomar en cuenta su lado positivo. Además, ella necesita trabajar para sentirse completa. Qué más da si él no la aprecia como mujer, cuando lo que le importa en consagrarse como actriz, convertirse en la mejor versión de María Candelaria, la mujer del pueblo que sueña con un futuro distinto.

Alcanza a vislumbrar su futuro en México; sospecha que más adelante vendrán otras películas dirigidas por “El Indio” y por cineastas de la talla de Fernando de Fuentes, Roberto Gavaldón, Ismael Rodríguez, y su pariente, el duranguense Julio Bracho. Además, por qué cerrarse ante la posibilidad de actuar en cintas en el extranjero bajo la batuta de íconos del cine como John Ford. También se presentará en los escenarios de teatro. Las oportunidades van a continuar, los proyectos”.

Y culmina así la autora: “Aunque es imposible borrar a impronta que le dejaron diecisiete años en la Meca del cine -sus primeros filmes, los amores que la sacudieron y las experiencias que la hicieron crecer y sufrir-, la verdadera Dolores pertenece a una tierra distinta a las laderas luminosas de Hollywood y a sus promesas etéreas.

¿Qué es México para ella? Un curioso mosaico de atmósferas, colores y sensaciones en donde convergen paisajes áridos, y a la vez, fecundos, bosques, serranías y campos, desiertos, playas, poblados y metrópolis.

Aquí te quedas, le susurra una voz. Aquí perteneces.”

Escrito en: LETRAS DURANGUEÑAS Dolores, cine, mucho, futuro

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