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VANESSA BARDAN PUENTE

El lema de la Semana Mundial de la Lactancia Materna 2020 es "Apoyar la lactancia materna para un planeta más sano" y más sano en todos los sentidos: físico, espiritual y emocional, ya que aporta beneficios de salud, nutricionales y emocionales tanto a los niños como a las madres. Y forma parte de un sistema alimentario sostenible.

Estudios indican que incrementar las tasas de lactancia materna exclusiva podría salvar la vida de 820 000 niños cada año. Ahora bien, hablando de emoción y espíritu, la lactancia es la base esencial del vínculo afectivo que inician madre y bebé una vez producido el parto.

En nuestra cultura, no se acostumbra amamantar abiertamente. Algunas personas hasta lo encuentran ofensivo, pero nos estamos perdiendo la transmisión de una práctica llena de amorosidad de generación a generación. Cuando de niñas no vemos a nuestras madres, tías, vecinas amamantar, de adultas no sabemos cómo hacerlo. El desarrollo emocional del niño amamantado está muy vinculado con la lactancia, que no es sólo un acto físico, en él, están implícitos muchos aspectos emocionales, obviamente para el bebé, contención, seguridad y cariño y para la mamá, de la que curiosamente pocas veces nos ocupamos.

El vínculo que se genera entre tú y tu bebé a la hora de amamantar le ayudará a que se sienta tranquilo, amado y protegido; emociones que le ayudarán a regular sus emociones durante ¡toda la vida!

Por ejemplo, tu bebé podrá calmarse con mayor facilidad y aprenderá como auto regular sus emociones y esto se traduce en niños, adolescentes y adultos con: un mejor manejo de frustraciones, aprenden a calmarse con mayor facilidad, hay tendencia a hacer menos berrinches, a ser más disciplinado y menos violento.

Al amamantar, tú y tu bebé generan y refuerzan constantemente un lazo emotivo. La cercanía y el contacto de la piel hacen que ambos secreten serotonina y oxitocina, hormonas que fomentan el vínculo emocional entre los dos, estas les proporcionan sensaciones de tranquilidad y felicidad.

La fortaleza del vínculo entre mamá e hijo/a le brinda un mayor sentimiento de seguridad, también ayuda a que tú estés más tranquila y puedas evitar la depresión posparto.

Cuidar al niño para que se sienta protegido y seguro es la tarea más importante de cualquier padre. Porque el niño depende totalmente de él para cubrir sus necesidades y sabe que sólo sobrevivirá si lo quieren lo suficiente para ocuparse de él y no abandonarlo. Cuando no tiene esta seguridad se estresa y sus niveles hormonales de cortisol se disparan volviéndose ansioso y tenso. Entonces, vive con miedo. Y ¿Por qué es tan grave que el niño viva con miedo? Porque el miedo le crea desasosiego y malestar y tiene prevalencia sobre cualquier otra emoción, es decir, cuando siente miedo, no puede sentir otra cosa. ¡Solo siente miedo! Adiós a la posibilidad de experimentar cualquier emoción expansiva: amor, alegría, placer, entusiasmo, bienestar, gratitud, etc.

O sea que cuando tu hijo está ansioso porque no se está sintiendo atendido, tampoco se siente amado. No puede recibir tu amor porque ¡tiene miedo! Le está haciendo falta que los adultos a su alrededor le den atención para que él pueda relajarse sabiéndose tomado en cuenta.

Algunos padres piensan que si le expresan a su hijo su amor a través de repetirle una y otra vez cuánto lo aman, con eso han cumplido. ¡Pero no es así! No es suficiente que tu hijo se sepa amado, necesita sentirse amado, y para eso tienes que estar pendiente y cuidarlo.

Ocuparte de sus necesidades físicas y emocionales y tomar las decisiones que te corresponden para protegerlo. La lactancia materna no sólo sirve de alimento para nuestros bebés, también es una forma de consuelo y de demostración de afecto que el bebé necesita para sentirse seguro y querido. El niño no nace con confianza en sí mismo. Son los padres, que, a través de sus actitudes amorosas y alentadoras, siembran esa semilla de confianza y lo ayudan a cultivarla. El papel de los padres es, por lo tanto, primordial, pues de ellos va a depender que esta confianza en sí mismo, germine o muera.

Esta confianza le permite al hijo estar bien parado en la vida; lo sostiene en momentos difíciles y lo anima a insistir cuando le cierran las puertas. Al confiar, se atreve a soñar, a buscar oportunidades, a tener aspiraciones. Tiene la calma y la paciencia para esperar y recibir lo que sabe que merece: amor, alegría, abundancia, felicidad. Todo ser humano merece esto, pero no todos están convencidos de que así sea. Enseña a tu hijo a enviar un mensaje a la vida lleno de confianza de que todo lo bueno le pertenece, para que la vida le corresponda otorgándole abundancia. Así le ayudarás a crearse ¡la mejor de las realidades! ¿Quién no desea esto para su hijo? ¡Acompáñalo con el corazón abierto!

Escrito en: CARIÑOTERAPIA niño, bebé, hijo, confianza

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