Los frentes abiertos entre las dos grandes potencias del mundo actual en descomposición se han multiplicado y acelerado en el transcurso de la pandemia de COVID-19. La competencia y rivalidad parecen no dar tregua y afectan de forma directa o indirecta a toda la comunidad internacional. En este mismo espacio hemos hablado de la crisis de la hegemonía estadounidense y el ascenso de China en el orden global; de la trampa de Tucídides, que plantea que la amenaza que representa una potencia emergente para el liderazgo de la potencia hegemónica casi siempre lleva a la guerra, y, más recientemente, de la batalla que se libra en el espacio y el ciberespacio en el contexto de esta rivalidad. En medio de la creciente tensión entre potencias, la incertidumbre que provoca esta competencia y la profunda crisis del modelo de globalización actual, se hace necesario que repasemos doce frentes en los que el choque entre China y EUA están sacudiendo al mundo. En esta entrega revisamos los primeros seis.
1. Guerra comercial. Con aranceles, EUA quiere disminuir el déficit en la balanza de exportaciones e importaciones entre ambos países, a la par de que advierte a otras naciones que se abstengan de hacer tratos comerciales con China, ya sea para comprar sus productos, recibir préstamos e inversión o para abastecer de materias primas a su gigantesco mercado. Dentro de este contexto, China desarrolla la Iniciativa de la Franja y la Ruta, mejor conocida como Nueva Ruta de la Seda, a la que ya se han sumado más de 100 países. Pero esta guerra pone entre la espada y la pared a muchos estados que no quieren privarse de los beneficios de vincularse a la economía más pujante de las últimas cuatro décadas, pero tampoco enemistarse con el país que posee el mercado de mayor valor en todo el orbe.
2. Guerra tecnológica. EUA quiere impedir el dominio de China en el prometedor binomio de tecnologías de la información (TIC) más inteligencia artificial (IA) que se comienza a desplegar para uso masivo con la red de telefonía móvil de quinta generación (5G), y el internet de las cosas (IoT). Para ello, el gigante americano se vale de una estrategia de presión a empresas líderes chinas y de advertencia de posibles consecuencias negativas a países que pretenden darles entrada para contar con la infraestructura de la red 5G lo antes posible, y no tener que esperar a que las empresas norteamericanas y europeas alcancen a las asiáticas que llevan la delantera.
3. Pugna por el ciberespacio. EUA recela del crecimiento de empresas y plataformas chinas que le pudieran dar a Pekín mayor acceso a las bases informáticas de datos personales (el llamado big data) y, supuestamente, mayor capacidad de desestabilización, manejo político o nocivo de dichos datos y ataques cibernéticos a sectores estratégicos. Para el gigante asiático, el celo que pone Washington en los supuestos riesgos del avance chino en el ciberespacio no se replica con las empresas tecnológicas estadounidenses, quienes han sido cuestionadas por el manejo de la información de sus millones de usuarios. Tanto la guerra tecnológica como la pugna por el ciberespacio han alimentado el temor de la creación de un telón de acero informático que separe en dos o más mundos incompatibles el desarrollo futuro del hardware y software y, en suma, de todas las nuevas TIC.
4. Disputa por el Ártico. Esta pugna demuestra que incluso un desastre ecológico descomunal puede ser aprovechado por las principales potencias con afanes geopolíticos y económicos. El deshielo del Polo Norte, una tragedia para nuestro planeta y toda forma de vida en él, abre la posibilidad a la navegación y, con ella, la oportunidad para acortar distancias comerciales y acceder a enormes recursos naturales, con lo que la región aumenta su importancia geoestratégica. El lecho del océano Ártico guarda una cuarta parte de las reservas mundiales de hidrocarburos (petróleo y gas natural), además de importantes yacimientos de oro, platino, plomo y estaño, entre otros metales. Por eso, EUA y China tienen la mira puesta en la región, pero no son las únicas potencias en el tablero, aunque sí las de mayor peso junto a Rusia que, de momento, está alineada en sus intereses con Pekín.
5. Disputa por el mar de China Meridional. EUA mantiene fuerte presencia en aguas que China reclama como parte de su territorio y en donde ha creado archipiélagos artificiales estratégicos para aumentar su control. La razón que esgrime Washington para su despliegue naval en la zona es la de garantizar la libre navegación en unas aguas por las que circula el 30 por ciento del tráfico comercial del mundo. Para China, el control de dicho mar es vital para garantizar el éxito del cinturón marítimo de la Nueva Ruta de la Seda, además del acceso al 12 por ciento de las reservas de hidrocarburos, principalmente gas natural. Este es uno de los puntos de mayor tensión geográfica entre EUA y China.
6. Diferencias por la pandemia. EUA acusa a China de haber permitido la propagación mundial del SARS-CoV-2 que causa el COVID-19, y ha pedido una investigación para deslindar las responsabilidades del gigante asiático en la pandemia y la actuación presuntamente parcial de la Organización Mundial de la Salud a favor del encubrimiento de las fallas de Pekín. Por su parte, China ha respondido culpando a Washington del desastre de la pandemia en territorio estadounidense, al no atender a tiempo las advertencias lanzadas por el gobierno chino. Mientras la potencia asiática ha logrado contener la pandemia en su territorio y la potencia americana continúa sumida en ella con el mayor número de casos confirmados y muertes en el mundo, ambas naciones se han metido en una carrera, junto con otros países, por desarrollar primero a la vacuna, además de que China ha buscado posicionarse como aliado de los estados que buscan insumos médicos, equipo y personal especializado para hacer frente a la pandemia.
La próxima semana repasaremos los otros seis frentes en los que desenvuelve el duelo geopolítico de ambas superpotencias.
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