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El tribunal mediático de la señorita Laura

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VÍCTOR HUGO CASTAÑEDA SOTO

Sin duda, todos estamos de acuerdo en el combate frontal a la corrupción, tanto en la prevención y en el castigo de aquellos funcionarios públicos que hayan cometido actos o conductas de las tipificadas por la ley como delitos, particularmente los actos que han causado daño patrimonial a la nación, a los derechos humanos y a la administración de la justicia.

Nadie en su sano juicio estaría en contra de una cruzada nacional para terminar con ese cáncer que lacera a la sociedad y que carcome a la clase gobernante y se castigue a todos los responsables, sin importar posición económica, pertenezco o filiación política. Por supuesto, esto incluye al famoso Pío López Obrador.

Sin embargo, una cosa es hacer escarnio público, a través de show mediático y otra muy distinta es llevar a los criminales a los tribunales para enjuiciarlos, castigarlos y en su caso obligarlos a que devuelvan lo robado y otra muy distinta es utilizar a los criminales confesos como Emilio Lozoya Austin, para convertirlos en marionetas y esparcir, ventilador en mano, a lo largo y ancho de la geografía política, materia fecal, difamaciones, calumnias, acusaciones sin sentido, con el propósito de denigrar, sobajar, exhibir y aniquilar a los adversarios políticos del ahora Presidente de México, en funciones de Fiscal. En este caso, queda claro que lo importante no es impartir justicia, sino humillar a sus adversarios políticos y garantizarse el triunfo en el 2021.

Las instituciones del Estado mexicano, en particular las diseñadas para la procuración e impartición de justicia, bajo ninguna circunstancia pueden convertirse en instrumentos de ningún funcionario público, para cobrar afrentas, vendettas, venganzas políticas o pasionales, liberar odios y fobias partidistas como es el caso del presidente López, quien burlándose de todo formalismo establecido por la Constitución General de la República y por las leyes secundarias, ha hecho de la procuración y administración de la justicia un tribunal mediático, copiado del ridículo y denigrante programa televisivo de la señorita Laura, caracterizado por su famosa frase "Que pase el desgraciado".

Así está operando la justicia el presidente López, a través de su ventrículo de paga Emilio Lozoya Austin y manipulando inmisericordemente al Ministerio Público, representado por el inútil fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, quien ha acusado a cuanto ex funcionario le ha venido en gana, muerto o vivo, de este sexenio o de los pasados y en un descuido acusara a Felipe Calderón Hinojosa de haber mandado asesinar a Luis Donaldo Colosio Murrieta. Por lo pronto, la NO primera dama, en una grotesca comparación, se encargó de ventilar los donativos que, para la causa de la independencia, dispersó doña Leona Vicario.

Debe advertirse que quien acusa tiene la carga de la prueba, y como bien lo dijo el mesiánico presidente López, un video no hace prueba plena, pero "moralmente" es más demoledor que la bomba de Hiroshima. Por ello su interés en la muy amplia difusión de los videos, en las que se aprecian a personajes de la vida pública manipulando bolsas, maletas y sobres repletos de billetes.

Indebidamente se esparció la presunta declaración de Emilio Lozoya Austin, delincuente confeso, quien, ahora, con nombres y apellidos, señala a varios de sus, supuestos, cómplices de sus fechorías, pero, hasta el día de hoy, no se ha presentado una sola evidencia, como sí lo existe en el caso del hermano presidencial Pío López Obrador, quien no sólo recibió sobres amarillos (me acordé del conocido Cártel del Sobre Amarrillo) de dinero, sino que hace cuentas y exige lo que le falta.

Curiosamente el Presidente, en funciones de Fiscal, ya dijo que el video que exhibe a su hermano Pío López Obrador, recibiendo sobres de dinero y hablando de nuevas entregas financieras, no son igual a los videos grabados por el bandolero de Emilio Lozoya Austin, pues hay niveles y hasta la basura se separa.

El caso es que, ni Emilio Lozoya, ni el Fiscal General, ni el metiche Presidente, han presentado o exhibido evidencias que prueben fehacientemente que este o aquel funcionario son los responsables de la comisión de un delito, de lo que se infiere que, si no hay cadáver, pues no hay asesinato y sin no hay evidencia no hay acusación que se sostenga y entonces se convierte en show mediático para la mañanera de Palacio Nacional.

La forma tan grotesca en la que el presidente López está manipulando a la Fiscalía General de la República y, faltando al debido proceso, reafirman que este personaje de la chunga mexicana no tiene el más mínimo interés de que los delincuentes paguen por sus fechorías, sino exhibirlos y acabarlos moralmente, sin que haya una adecuada procuración e impartición de justicia, lo que nos pone de frente a un dictadorzuelo del tamaño de Evo Morales y del extraviado de Nicolás Maduro, que han hecho de las instituciones democráticas papel higiénico, y de las leyes, cuentos para arrullar a sus chairos.

En el combate a la corrupción, en el combate al crimen organizado, en la generación de empleos, en el crecimiento económico, en el combate a la pandemia, el país va al abismo, en tanto, al Presidente lo que le importa es exhibir a sus detractores, utilizando diversas varas para aplicar la justicia, una para Emilio Lozoya Austin, una para Rosario Robles Berlanga y otra para su querido hermano Pío López Obrador.

Destaca por su contradicción que el presidente López sea un obsesivo combatiente de la corrupción (en teoría), cuando a su Gobierno le brota la pus, empezando por él y los 66 millones de pesos que le transfirió el ex líder del Sindicato Mexicano de Electricistas, Martín Esparza, y por varios de sus colaboradores, como Irma Eréndira Sandoval, John Ackerman, Manuel Bartlett, Ana Guevara y el ahora exdirector de Protección Civil y proveedor de sobres amarrillos David León, excolaborador del gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, quien le llenaba los sobres con dinero público y los entregaba a Pío, para la pía causa, ahora configurándose en un delito electoral.

Por lo pronto, queda en claro que López Obrador, al exhibir como trofeo a Emilio Lozoya, rompió el pacto de impunidad con Enrique Peña Nieto, por lo que ya se desataron los demonios y habrá más videos contra el equipo presidencial.

Finalmente, que siga la chunga mediática y, para mejor proveer justicia, al más puro estilo de Andrés y Pío López Obrador, que pase el desgraciado....

Escrito en: Bajo Palabra López, Emilio, justicia,, presidente

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