Con 20 años, luchó dos meses contra el Covid en Durango

Ser joven no es garantía de inmunidad ante el Covid-19, eso lo comprobó en carne propia Mireya, quien a sus 20 años luchó durante dos meses contra el virus que la mantuvo aislada de sus seres queridos, especialmente de su hijo.

Tuvo la fortuna de sobrevivir, pero con el Covid-19 nunca se sabe, por lo que compartió su experiencia, con el fin de contribuir a que los jóvenes tomen conciencia.

Mireya, policía municipal al noroeste del estado y sin enfermedades previas, confirmó el 10 de mayo que se había contagiado y, aunque ya tenía la sospecha porque días antes empezó con síntomas, la notificación le generó angustia porque no sabía a ciencia cierta lo que podría pasar.

De repente empezó con tos, cuerpo cortado y un fuerte dolor de cabeza por lo que tuvieron que hospitalizarla, para después ser dada de alta para volver a su aislamiento.

Antes de tener el resultado de la prueba tuvo también dolor de estómago, pero para entonces éste aún no era reconocido como síntoma de Covid-19 por lo que los médicos le decían que tenía otra cosa, lo que fue un factor de complicación ya que su sistema inmune estaba "ocupado" combatiendo la infección estomacal.

Sola en su casa le hizo como pudo para salir adelante, incluso ella misma medía sus signos vitales para mandarle los resultados a los médicos a través de fotografías; algunos días su hermana le llevaba comida pero era imposible que se quedara por lo que la dejaba en la puerta.

La segunda vez que le hicieron la prueba estaba confiada de que ya podría salir por lo que al recibir nuevamente un resultado positivo llegó también la tristeza y frustración por tener que pasar más tiempo encerrada.

Para entonces dormir durante la noche ya era imposible porque se le cambiaron los horarios y solo podía conciliar el sueño en el día.

EL 10 DE MAYO EN SOLEDAD

Mireya ya presentía que sus compañeros de la corporación y ella estarían entre los primeros contagiados por la naturaleza de su trabajo por lo que, desde que se empezó a saber de los primeros casos, mandó a su hijo a la casa de su mamá en un rancho cercano para protegerlo.

El 10 de mayo no festejó como se había imaginado el Día de las Madres; seguía en aislamiento por lo que se tuvo que consolar con una videollamada a su mamá y a su pequeño.

VIVE PARA CONTARLO

Mireya recibió el resultado de su tercera prueba de Covid con reserva y, sobre todo con mucha ansiedad. Dos meses después de haber iniciado su confinamiento, por fin escuchó lo que tanto anhelaba con la confirmación de que ya no había presencia del virus en su cuerpo.

Los médicos no se explicaban cómo una mujer joven y sana tardó tanto tiempo en recuperarse. Comparte que siempre recibió el apoyo de la Presidencia Municipal y de los médicos del hospital de la zona, quienes no dejaron de estar pendientes de su recuperación.

Ella vive para contarlo pero le preocupa ver que muchos jóvenes andan como si nada les pudiera pasar, por lo que los exhortó a que, si no se preocupan por ellos mismos, por lo menos se preocupen por su familia, ya pueden tener algún padecimiento previo que complique aún más la enfermedad.