Kiosko

LETRAS DURANGUEÑAS

Un elefante blanco

LETRAS DURANGUEÑAS

Un elefante blanco

Un elefante blanco

Cristina Salas

Tú no me lo crees pero es verdad, le dijo Ramiro a su compañero. Todas las noches viene a verme un elefante blanco. Se aparece sin más y después de un rato, se va.

El elefante emite sus propias voces de llamado; me levanto y corro hacia él. Ven amigo. Quiero montarle pero no lo alcanzo. ¡Nunca te alcanzo! Me quedo prendido de tus arrugas tratando de encaramarme; la rugosa piel me atormenta las manos. ¡Por Dios! ¿Por qué no tengo fuerzas para montar, para salir de aquí, de esta cárcel que me está matando? No, no me dejes, ¡Espérame! El elefante por única respuesta, avienta al aire su trompa y emite un alarido, después atraviesa la pared y me deja solo.

Por las mañanas cuando nos sacan al patio, Ahí está otra vez: ¡Hola amigo¡ Le saludan los que ya saben de “mi elefante”, lo saludan cuando ven que yo le hablo.

Al día siguiente, el elefante apareció en medio del patio. Blanco como la nieve, tal como lo describió Ramiro a su compañero la noche anterior. Elevaba sus patas delanteras como los de un circo, queriendo agradar. Momentos después se fue. Se alejó meneando su cuerpo con parsimonia, sin mirar hacia atrás.

Yo también, como Ramiro, me sentí muy solo.

Escrito en: LETRAS DURANGUEÑAS elefante, después, Ramiro, hacia

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Kiosko

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas