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SORBOS DE CAFÉ

Me da miedo tu silencio

SORBOS DE CAFÉ

Me da miedo tu silencio

Me da miedo tu silencio

MARCO LUKE

Me da miedo tu silencio.

Será por su antigüedad, por los años que lo vienen arrastrando y lacerando la piel, abriendo heridas por el placer de ver pintar tu sangre sobre el lujoso callejón de mármol.

Después, si es preciso ese mismo día, el temor y la cobardía dejan de reír, se arrepienten momentáneamente, aunque saben que mañana, cuando no puedan con la frustración de sus recuerdos, volverán a atarte los pies con los mismos lazos usados, tan desgastados a causa de tantas ocasiones, tantas decepciones y frustraciones escondidas en el sótano de la normalidad.

Pero hoy, mientras, piden perdón, te cubren donde te han lesionado con pétalos de rosas rojas, siempre rojas, para que nunca quede duda de que su pasión es incontrolable, pero algún precio se debe de pagar.

Me da miedo tu sonrisa.

Será por verla siempre tan indiferente a los sucesos, me da miedo la villanía con la que hace acto de presencia ante la gente, por la perversidad con la que ignora lo que todos conocen. Y la juzgan, la señalan, y se sabe, la única testigo del crimen cometido a tu silencio, asesinado lentamente cada vez que intenta rebelarse.

Entonces, los pétalos colgados apenas del tallo, ahogándose en el agua turbia de un florero e insuficiente para levantar olas y desaparecer las manos que lazan otra vez tus tobillos, cabizbajas se marchitan. Y la sonrisa, inmutable, pinta tus labios y aplaca los rumores, y acaba siendo solo una trinchera donde siguen resistiendo tus modales, tus costumbres y tu absurda cultura de soportar las ataduras.

Me da miedo tu voz

Le temo, con la justa razón que me otorga la historia, con la autoridad que me regalan sus miles de páginas escritas con las voces, los gritos, los sacrificios y la valentía de cientos de voces relatando su osada y particular revolución, que, en sus respectivos tiempos y espacios, decidieron coger una oz para destrozar los grilletes que inmovilizaban su libertad.

Al final, la tuvieron en sus brazos y algunos decidieron morir para casarse con ella, porque siempre es preferible ser libre en la memoria del mundo, que ser preso de la injusticia terrenal.

Pero, aunque ame y espere con ansias el día en el que te rebeles, me da miedo que la libertad te embriague, que te intoxique el alma de ira, de recuerdos mercenarios, porque la víctima sería cualquiera a quien le pongas el rostro de la cobardía que ataba tus pies.

Me da miedo que quiera ser tu ahora, quien ata y pide perdón con alcatraces disfrazados de rosas rojas.

Escrito en: Sorbos de café miedo, siempre, quien, rosas

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