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La propagación del discurso de odio

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VERÓNICA TERRONES

Había una vez un reino donde su Mandatario distribuía bienestar a su pueblo, decidido a llevar la justicia y pleno respeto a sus súbditos que -por cierto- estaban encantados de escuchar siempre su palabra amable y tolerante como ejemplo de conducta social, digna de ser replicada por hombres y mujeres de su aldea.

Es un cuento de hadas, donde sobraba el diálogo y cualquiera podía ser escuchado no solo para resolver sus problemas sino para construir una nación fuerte que saliera adelante de problemas y respondiera con prontitud y unidad a las amenazas externas.

La Libertad de Expresión era un bien preciado, pues, el Rey sabía que en el disentir y el contraste surgen las mejores ideas. El pueblo se reunía para escuchar sus consejos productos de la sabiduría que el paso de los años le había permitido acumular. No descalificaba, porque sabía que siendo humano era probable que se llegara a equivocar. Y prefería escuchar.

Y así se lo hacía saber a su selecta Corte, no desconocía que algunos ocultaban un oscuro pasado -fueron todo lo que hoy dicen odiar- y aunque lo quisieran disimular sirvieron a oscuros intereses contra el mismo rey. Los conocía y aunque en su momento los necesitó, con altura de miras nunca se dejaba engañar por un aplaudidor.

Supongo que en algún lugar de un gran país, este reino debió de existir, pero para desgracia nuestra nada tiene que ver con México. Aquí el Mensaje de Odio se propaga desde una alta tribuna que poco a poco se convierte cada vez más en un monólogo.

Y no solo están quienes toman a ley sus palabras porque siempre lo han acompañado, y eso está bien porque se llama congruencia, preocupa en realidad que en varios estados incluido Durango se desgarran las vestiduras como un intento vano, de borrar su pasado.

Es lógico que así suceda, cuando tratas de sumar a tantos para un fin, no siempre puedes contar con los más decentes, siempre habrá advenedizos dispuestos a cambiar de piel para protegerse según la dirección hacia donde sople el viento.

Conozco a más de dos que incluso "buleaban" a los más fervientes defensores del Presidente durante las campañas de 2006 y 2012. Y sin embargo fueron los primeros en conseguir trabajo para enrolarse en la 4T. Siempre es importante tener memoria.

Y también recuerdo a quienes ahora piensan diferente, le acompañaron en su lucha, costearon plantones, pero ahora saben que no hay manera de que las cosas salgan bien descalificando, censurando, insultando, rompiendo la equidad y el más elemental sentido de justicia. La radicalización lleva al autoritarismo. Así lo narra la historia.

Sobre todo cuando tenemos un país desangrado por la violencia, quebrado en su economía y enlutado con más de 76 mil defunciones a consecuencia del COVID. Disparar dardos de confrontación solamente nos va a dividir más y en esa operación, lo crea o no el Presidente nadie va a ganar.

Claro que México se tiene que transformar, esa es la exigencia que detonó el cambio, pero éste debe de ser de fondo y no solamente en el discurso de cada mañana. Y lo primero que se tiene que reconocer que no se puede construir sin reconocer la maldad de los buenos, ni la bondad de los malos.

Se debería de sumar, no de restar, no basta ser político hay que ser matemático para saber qué tanta división nos va a pulverizar. Y que el proceso electoral no se debería adelantar tanto, tomando en cuenta que México se encamina al despeñadero de la polarización, sin reglas, ni cortesías.

Y en ese escenario nadie sale ganando.

Escrito en: Con Razón siempre, tiene, saber, ahora

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