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CARIÑOTERAPIA

Perdón por pensar que en verdad me querías

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Perdón por pensar que en verdad me querías

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VANESSA BARDAN PUENTE

Teniendo en cuenta que la historia la escribieron ellos y no los vencidos, nos contaron su versión de grandeza y heroísmo, pero, el día de hoy, hagamos un ejercicio de fortalecimiento de nuestra memoria histórica, recordemos como cayó la Gran Tenochtitlán.

501 años en que Hernán Cortez toma al pueblo y durante casi 300 años se dan matanzas, violaciones, humillaciones, esclavitud, desprecio e imposición de la religión, en la Nueva España.

Encuentro, conquista o evangelización, por decirlo de alguna manera, lo que en realidad quiere decir fue un choque violentísimo entre culturas y una guerra despiadada, todo fue alterado, violentado y sometido, aniquilando lo más sagrado. No podían ser más dispares los dos elementos: el mítico, mágico, simbólico y místico, de la cultura indígena, frente al realista, ambicioso, pragmático, técnico y aventurero de la cultura europea.

Un encuentro brutal y destructor sin un ápice de dialogo, de razón y de respeto. El vacío existencial más absoluto y desconsolador. ¿Qué derecho tenían los españoles para irrumpir en la paz de los pueblos originarios? ¿qué derecho poseían para tomar sus tierras y desparramar sus ideas, cultura y su religión? La conquista era parte de su cultura, más no de la nuestra, invasión, muerte y genocidio sin piedad, dominados por un sistema esclavista, en el que los indígenas habían sido violentamente despojados de sus propias tierras, ese periodo de la historia de México se hizo con la doble moral: con la espada y la cruz.

No me puedo explicar ¿Cómo es posible para los mexicanos conciliar nuestro orgullo hacia nuestros orígenes prehispánicos y el extremo catolicismo? ¿cómo podemos ser fieles a una religión que fue inculcada a palazos y latigazos? una conversión religiosa realizada bajo la amenaza de la espada.

La gente ama a nuestros ancestros y sus tradiciones prehispánicas, pero venera a quienes humillaron nuestra cultura y sus raíces, muy paradójico el asunto. Los conquistadores fueron soldados audaces y aventureros, gente ruda y ambiciosa, motivada por el poder, la riqueza y la convicción de civilizar a personas inferiores y por otro lado los misioneros, de dogmas cerrados, que impusieron su fe cristiana. Ellos tenían la biblia y nosotros teníamos la tierra y nos dijeron cierren los ojos y cuando los abrimos, ellos tenían la tierra y nosotros la biblia, nos cambiaban espejos por piezas de oro.

Se suele pensar en los soldados españoles como la figura paterna, recia, dura y a la iglesia como la madre suave e indulgente, pero es una verdad a medias, los misioneros buenos, piadosos y "bien intencionados", fueron "sin querer" el instrumento definitivo de la dominación, al desarticular el equilibrio de un sistema de vida coherente y estructurado. No había un campesino sin tierra, tenían un magnifico desarrollo urbano, no había un solo niño sin escuela y el alcoholismo y la delincuencia no existían, tenían un sentido cósmico y arquitectónico admirable, en donde sus destinos estaban gobernados por estrellas.

Literal lo que hicieron fue meterse a una casa ajena, adueñarse, hacer de sus habitantes sirvientes, e imponer su propia religión y costumbres, sin respeto alguno y si no estaban de acuerdo los mataban.

Los europeos "católicos" llegaron a las Indias a tomar posesión como dueños, plantando una cruz y tomando todas las tierras. Con estos antecedentes, tiene que entenderse que la guerra con los recién llegados y los dueños tenía que ser de exterminio.

Fue difícil distinguir entre españoles y cristianos, los de la religión del amor y del amoroso Jesús y al mismo tiempo los sanguinarios, brutales, sádicos y traidores, sin duda fue duro el conflicto entre identidades y lealtades. Pedir perdón, no es algo loco o irracional, llevamos una herida ancestral como pueblo, como país, 300 años de subyugación y desprecio a nuestra cultura, de haber aprendido de la corrupción, a despreciar a los indígenas, el color de la piel, la forma de hablar, la cultura y las tradiciones, un legado de desprecio generaciones y generaciones.

El 60% de la historia del país está contaminada por la conquista, de esa mezcla llamada México, de sangre española e indígena. La conquista es parte de nuestra historia estamos claros, pero la forma en la que se dio, dejo heridas que siguen sangrando 500 años después. Pedir disculpas, no humilla a España, el hacerlo es reconocer que fueron prácticas que ya no corresponden a este tiempo, reconocer que las hicieron.

El perdón al pueblo en un acto simbólico, y solo así, podemos decir Ok, seguimos adelante... En las relaciones es exactamente eso, no te puedo quitar el dolor que tu sufriste o reponer las pérdidas que ocasioné, pero hay una parte que si necesita el saber que tu reconoces el daño que hiciste.

Eso no echa al olvido todo, hubo cosas buenas y malas, pero establece un punto de reconocimiento. El mundo sería un lugar mucho mejor si las personas tuvieran la humildad de decir: "disculpa por cómo te trate". Imagina que el pueblo judío le dice al alemán estamos listos para recibir la disculpa, estamos hablando de sociedades avanzadas, la oportunidad real no sería para México, es para España. ¡Joder Venancio! no me digas que no te diste cuenta, que no significa nada para ti, al menos medítalo...

Escrito en: CARIÑOTERAPIA tenían, cultura, historia, nuestra

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