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Vida campirana

Doble fondo

JUAN PABLO BECERRA

El pasado viernes 20 de Noviembre se conmemoro el 110 aniversario de la Revolución Mexicana, un hecho trascendental para nuestro país.

La historia de México es vasta y muy interesante y muchos de los hechos que han marcado a nuestra patria, están basados en luchas sociales que han costado la vida de hombres y mujeres valientes con ideales para lograr mejores condiciones de vida para los mexicanos, y es la Revolución Mexicana uno de estos hechos históricos que han contribuido a que nuestro país tenga mejores condiciones de vida y siga en un constante movimiento social para lograr la justicia e igualdad entre los niveles sociales.

Por muchos años México vivía oprimido por un pequeño número de personalidades de la burguesía entre los que figuraban políticos y empresarios, casi siempre aliados para tener sometida a la clase trabajadora especialmente campesina y obrera.

La Revolución Mexicana tiene sus bases en José de la Cruz Porfirio Díaz Mori conocido como Porfirio Díaz quien fue gobernador de Oaxaca y gozaba de simpatía y buen prestigio entre los militares, así fue como a través del plan de Tuxtepec, que desconocía al gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada, con este plan Porfirio Díaz triunfo y gobernó de 1876 a 1911 con una breve interrupción que gobernó el General Manuel González.

Un personaje importante para iniciar la Revolución Mexicana lo fue el General Francisco I. Madero González, originario de Parras de la Fuente Coahuila, de familia de abolengo, Francisco I. Madero tuvo estudios en el extranjero y al volver a México, se indignó por las condiciones de vida de los mexicanos y como Porfirio Díaz no quería dejar el poder continuando así mediante la reelección de la cual siempre se posiciono de manera ilegal.

Porfirio Díaz en un discurso anuncio su deseo de no continuar como presidente de México, al darse cuenta Madero de lo anterior hizo una campaña abierta para sucederlo en la presidencia. Tras alcanzar un alto nivel de popularidad, el gobierno decidió encarcelar a Madero en San Luis Potosí bajo los cargos de conato de rebelión y ultraje a las autoridades, finalmente Madero logró escapar a los Estados Unidos y desde ahí redactó el Plan de San Luis, que conduciría luego, el 20 de noviembre de 1910, al levantamiento armado para derrocar a Porfirio Díaz quien se había mantenido en el poder mediante el fraude electoral que impidió que el Partido Nacional Antirreeleccionista llegara a la presidencia del país.

El Plan convocaba a levantarse en armas el 20 de noviembre de 1910 para derrocar al general Porfirio Díaz, y establecer elecciones libres y democráticas.

Y así el 5 de Octubre de 1910 Francisco I. Madero, promulga el Plan de San Luis. Después de que el Presidente Porfirio Díaz permaneció por más de 30 años en el gobierno.Durante las elecciones de 1910, Francisco I. Madero planteó en su libro titulado: "La Sucesión Presidencial de 1910", la necesidad de que alguien más ocupara el Poder Ejecutivo de la nación, asimismo exponía su intención por ser el próximo candidato a la presidencia.

Su publicación generó una serie de ataques por parte del gobierno en su contra, a lo que Madero se pronunció abiertamente en contra del gobierno de Díaz, y manifestó estar dispuesto a llegar a la violencia armada si no se respetaba el proceso electoral; sin embargo, pese a sus declaraciones, las elecciones favorecieron una vez más a Porfirio Díaz como Presidente y a Ramón Corral como Vicepresidente. A través de este documento, desconoció los resultados de las elecciones de 1910 y al gobierno de Porfirio Díaz, e hizo un llamado al pueblo de México para levantarse en armas, señalando que el movimiento daría inicio a la las seis de la tarde del 20 de noviembre de ese año.

Y es así como nacen en esta lucha por defender a los mexicanos de la opresión de Porfirio Díaz y de la clase burguesa, destacados caudillos como Emiliano Zapata, originario del estado de Morelos, quien combatió en el sur del país, y fue conocido como el caudillo del sur. Fue ideólogo e impulsor de las luchas sociales y las demandas agraristas, así como de justicia social, libertad, igualdad, democracia social, propiedad comunal de las tierras y el respeto a las comunidades indígenas, campesinas y obreras de México, mientras eso ocurría en el sur del país, en el norte surgieron personajes como Doroteo Arango conocido como Francisco Villa, quien fue destacado Revolucionario mexicano de origen Duranguense que lideró, junto con Emiliano Zapata, el sector agrarista en la Revolución mexicana.

Cabe hacer mención que durante la Revolución Mexicana tuvieron una participación fundamental grupos de valientes mujeres que apoyaban a los revolucionarios, estas mujeres conocidas como "Adelitas" ayudaron en labores de enfermería y cocina y también combatientes pues fueron entrenadas para manejar las armas, este nombre tiene su origen en Adela Velarde Pérez quien fuera una jovencita originaria de Ciudad Juárez Chihuahua, de familia adinerada, quien tuvo desde muy temprana edad la vocación de enfermería y ayudar al prójimo, así es como inicia este grupo de mujeres tan populares en la Revolución.

En síntesis la Revolución Mexicana trajo grandes beneficios entre ellos la Carta Magna de la Constitución de 1917, que entre lo más importante están las mejoras de vida para los mexicanos, la no reelección en el régimen presidencial, de estos logros abundare en el tema de la próxima semana Dios mediante.

Conocer la historia de nuestro México, es verdaderamente inmensa e interesante, por lo que habré de continuar con este apasionante tema, en el que se darán detalles de cómo Francisco Villa en un hecho poco conocido declino las armas como un acto de paz celebrado el 28 de julio de 1920 en el municipio de Tlahualilo Dgo. Quiero agradecer esta última información proporcionada por el Profesor Lorenzo López Amador, que ya les habré de contar.

Desafortunadamente la falta de una cultura cívica, los días feriados, y ahora la pandemia por Covid-19 han hecho que estas fechas históricas pasen desapercibidas para los mexicanos.

Y como siempre al finalizar un pensamiento ilustre para reflexionar, alusivo a la temática de hoy.

"La Tierra es de quien la trabaja" Emiliano Zapata.

COMUNICAR ES SERVIR

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Aya sensibilidad, vaya tacto, vaya sensatez... Cuando los gobernantes y los políticos se insensibilizan, es porque han iniciado su decadencia. Cuando uno de ellos se deshumaniza, está perdido ya: es síntoma inequívoco de que ha sido devorado por su ego, esa nube cotidiana que lo enceguece y lo empuja hacia un precipicio, hacia una vertiginosa caída, a un extravío del que difícilmente se repondrá.

Y no, no se librará de su desgracia política y social porque ni siquiera se da cuenta de su desvarío, de su necedad: es tal su soberbia, que la única antítesis válida es su propia tesis. Su exégeta más fino es su espejo matutino, donde predomina el silencio y acatamiento ante él mismo, mientras contempla y escucha inasibles multitudes que lo alaban, espejismos extraídos de sus encuestas de opinión.

Ese político inconmovible es como un mitómano, un ser que está convencido de la veracidad de su fantasiosa narrativa, y que enfurece cada vez que los demás exhiben sus falacias.

Lo padecimos una y otra vez durante el priato, lo palpamos de nuevo durante el panismo: mientras más obnubilados estaban algunos servidores públicos, más intolerantes y autoritarios se volvían.

El jueves pasado, poco después de las 19:00 horas, se notificó que México había rebasado las 100 mil muertes confirmadas a causa del SARS-Cov-2. Se informó: 100 mil 104 muertes COVID-19, que en realidad eran 115 mil 587 muertes estimadas, de acuerdo a las propias cifras oficiales (https://datos.covid-19.conacyt.mx/#DOView). O tal vez debimos consignar que se trataban de 203 mil 231 fallecimientos, si tomábamos en cuenta el exceso de mortalidad que ha sufrido el país este 2020, en comparación con ocurrido los últimos cinco años.

Un día triste, muy triste, fue el jueves. Y, ¿qué hacia mientras tanto y qué subía a sus redes el presidente Peña Nieto... perdón, el presidente López Obrador? ¿Alguna condolencia? No. Posteaba que recibía, en Palacio Nacional, y con enormes sonrisas, al gran pitcher Julio Urías, el que llevó a la victoria a los Dodgers en la reciente Serie Mundial. Tres minutos de video con bromas, risas, acompañado de tres hijos y ocho personas más, casi todos sin cubrebocas, salvo el padre del beisbolista, la novia del mismo, así como un hombre y una mujer más.

Fueron 492 mil reproducciones del vídeo, del festejo beisbolero en Twitter, y 489 mil en Facebook. ¿No hubiera sido mejor que esas 981 mil personas escucharan unas palabras de consuelo, de empatía, de pésame de su Presidente hacia las 100 mil, 115 mil, 203 mil familias cuyos seres amados no debieron morir y que han quedado irreparablemente mutiladas?

A Peña Nieto nos lo hubiéramos acabado los medios, lo hubiéramos devorado si hubiera osado hacer algo similar. Y a Calderón y Fox, ni se diga. Sigo estupefacto. ¿Usted no? Qué manera de darle ánimo a la gente, caray, qué liderazgo: una reunioncita beisbolera y chacotera, justo una hora y media después de que se daba a conocer el funesto dato de los 100 mil 104 muertos, que este sábado ya son 100 mil 823. Vaya sensibilidad, vaya tacto, vaya sensatez.

Hoy somos 116 mil 332 menos (muertes estimadas por el gobierno hasta este viernes). Como tuiteó la ONU-México el jueves, a las 19:24, justo cuando se acaba de dar la noticia: qué "atroz cifra (https://bit.ly/2UJGWJh)".

Muchos mexicanos iban a morir por la pandemia, era inevitable, era una ruleta rusa cada día, y lo sigue siendo, pero, ¿100 mil, 116 mil, 230 mil muertos en ocho meses?

¿Por qué? ¿Qué pasó? Nadie nos alertó que iba a suceder algo así. Qué dolor. Y el jueves, cuando se le necesitaba, cuando se requería de un Jefe de Estado que se conmoviera, que consolara, que abrazara, el Presidente tenía su tertulia de pelota. Para él era más importante eso, hablar con acento béisbol, comunicarse en idioma béisbol.

Él, tan Peña Nieto, tan Calderón, tan Fox, tan él mismo, todos al basurero de la historia en tantos momentos...

Escrito en: Doble Fondo Porfirio, Díaz, Revolución, quien

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