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YAMIL DARWICH

La noticia es contundente: "Fueron madres 1,175 adolescentes en La Laguna de Coahuila, durante 2020".

Lo que no se comenta es los por qué se da el fenómeno que altera la calidad del ser de tales adolescentes, quienes enfrentarán, abruptamente, su cambio de vida: de hijas a mamás.

Innecesario repetir la causa principal: educación sexual que no se imparte por razones de tipo cultural, entre ellas las religiosas, entorpeciendo informar sobre el impulso hormonal que mueve a los jóvenes.

Hablar de "sexo responsable" requiere informar a quienes transitan por la vida sexual activa, entre ellos los adolescentes, siempre motivados a tener relaciones íntimas al vendérselas como sinónimo de libertad. La palabra libertinaje ya ha sido satanizada por la mercadotecnia.

Recordemos que el apetito sexual es un impulso acompañado de la acción hormonal en la adolescencia, período de la vida que va desde la infancia hasta la vida adulta y que se manifiesta por la presentación de los llamados caracteres sexuales secundarios: cambios de voz, desarrollo muscular, presencia de vello corporal y apetito sexual.

Incluya aspectos psicológicos del joven que busca definir la identidad propia y desea independencia de los padres, en el sentir y pensar, no siempre orientada correctamente; la construcción de redes sociales que les aportan amigos que influyen en ellos, positiva y negativamente; establecer una imagen corporal deseable, que no solamente les hace únicos e irrepetibles, sino que les deja la consciencia de sí mismos y les impulsa a ser y exigir ser reconocidos como individuos.

Estas particularidades están relacionadas con la edad cronológica, de inicio variable, al depender de factores tales como sexo, salud, condición social y familiar; muy importantemente: la educación recibida, con la adecuada información y atención de sus padres y profesores.

Se habla de prepúberes, aquellos que inician el proceso físico, sociológico y social, alrededor de los 10 años; púberes, en pleno arranque del eje hormonal sexual, sobre los 12 a 14 años; adolescentes tempranos, también entre los 12 a 14 años; medios, después de los 16 años; y tardíos, 21 años en la hembra y hasta 25 años en el varón.

Con tales particularidades, son ellos quienes padecen el conflicto con sus padres, quienes desconocen las características del desarrollo físico/psicológico/social y/o no están preparados para aceptarlo; cuando encuentran dificultades de comunicación con los mayores de edad cercanos, como los profesores, que tampoco han recibido la suficiente información sobre el manejo de la adolescencia; hasta con ellos mismos, viviendo el estado de rechazo a las imposiciones -al tratarlos erróneamente como niños- llegando a generarse mayores conflictos.

Tal es el caso de las jovencitas que, por desconocimiento de su fisiología o la desinformación recibida, tienen relaciones sexuales profundas -coito- sin prevención y resultan embarazadas.

El reto es grande para el humanismo filosófico.

La encrucijada en que nos encontramos genera conflicto social que puede tomar caminos errados; el más frecuente: el aborto criminal que, ingenua o maliciosamente, se piensa como solución del problema, generando desequilibrio en la esfera psicológica de quien se lo practica y hasta fisiológico en su aparato reproductivo.

Desde luego que los politiqueros tienen una escasa o nula formación en el tema y su mejor respuesta es la solución rápida y equivocada; aún más: lo promueven, porque les representa votos electorales para continuar viviendo del presupuesto.

En el otro extremo, los grupos que se autodenominan liberales, siendo en realidad libertinos, rompiendo con el principio fundamental del respeto a la vida humana, incluso en la edad gestacional.

El fenómeno social es un serio problema para los humanos; atenderlo, inicia con asegurar el mejor futuro para esas madres adolescentes y continúa con buscar soluciones verdaderas y no solo paliativos para acallar conciencias.

La información adecuada incluye contención en los medios sociales de comunicación y otros que influyen en los adolescentes.

Especial esfuerzo y reconocimiento de la realidad representa el atender, analizar, ordenar y legislar sobre la mercadotecnia morbosa que se basa en la explotación del apetito sexual buscando promover sus productos, atendiendo su único objetivo: vender, aunque para lograrlo afecten al consumidor.

No deje fuera del problema a la deseducación deformante que practican algunos mayores: padres de familia, quienes pretenden gobernar voluntades sometidas a estímulos endocrinos, amenazando con sentencias morales y castigos materiales.

Sume a los educadores religiosos quienes, igualmente desinformados, desvirtúan la sexualidad calificándola de pecaminosa y contraria a la voluntad de Dios. Nada más dañino que crear confusión sobre el tema.

La atención requiere aplicar recursos materiales para desarrollar programas educativos que abarquen las etapas prenatal, natal, infantil, adolescente, vida adulta y dar información a toda la familia.

Es un tema difícil y escabroso, impulso vital que, como otros importantes, es manipulado para orientar opiniones hacia intereses oscuros y, en el menor de los casos, a causa de supina ignorancia.

¿Usted cómo educa en su medio familiar?

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Escrito en: Diálogo vida, quienes, años;, sexual

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