Las mujeres menonitas, duranguenses plenas
En diciembre del año pasado, el Honorable Congreso del Estado de Durango tuvo a bien aprobar diversas reformas a la Constitución Política de la entidad con el fin de reconocer y garantizar de manera plena a las comunidades menonitas arraigadas en nuestro territorio, el disfrute de la totalidad de garantías y derechos que las leyes duranguenses otorgan sin distingo a todos sus habitantes.
Aunque las comunidades menonitas llegaron a Durango hace más de cien años después de una larga migración desde Europa y Canadá; sus prácticas culturales, usos, costumbres y quizá el desdén de los gobiernos, no habían permitido que hubiera un reconocimiento por parte del Estado a sus particularidades como grupo étnico minoritario.
Si bien es cierto, las leyes mexicanas son de observancia general, es necesario mencionar que la misma legislación está obligada a proveer condiciones de accesibilidad para que su aplicación se otorgue de manera equitativa, justa y expedita.
En este sentido -manifiesta el Congreso en un comunicado- dentro de las reformas aprobadas, se garantiza a los menonitas el derecho a la integridad física, psíquica y sexual, a una vida libre de violencia en los ámbitos público y privado.
De igual forma tendrán derecho a la protección y promoción de sus conocimientos tradicionales y su patrimonio cultural, artístico, material e inmaterial.
Asimismo, se le garantizará el acceso a la jurisdicción del Estado, el respeto a sus costumbres y especificidades culturales, así como a recibir asistencia por intérpretes y defensores con conocimiento de su lengua, usos, costumbres y cultura.
Obviamente, la noticia de esta adecuación al marco normativo de Durango -que respaldaron unánimemente los diputados del Congreso Local y los Cabildos de los 39 Ayuntamientos- refleja un enorme paso para visibilizar también la figura de las mujeres menonitas de cada una de las 32 comunidades establecidas en la zona de los municipios de Nuevo Ideal y parte de Santiago Papasquiaro las cuales por motivos de costumbre, religión y otras prácticas culturales se mantienen a la sombra de lo que disponen sus propias estructuras sociales.
La adición hecha a nuestra Carta Magna no significa de ningún modo la intromisión del Estado en los asuntos particulares, sino que obligará a todas las entidades administrativas y judiciales a adecuar sus marcos y protocolos de atención en reconocimiento de este grupo étnico de los que ahora podemos afirmar son duranguenses en toda la extensión de la palabra, y que en consecuencia no deberán haber pretextos para ser omisos ante sus necesidades y reclamos.
Las mujeres menonitas; niñas, jóvenes y adultas deberán ser las principales beneficiadas de esta serie de reformas que tienen que impactar rápidamente en otros preceptos legales para que la atención y protección de sus derechos se otorguen con la misma celeridad.
La comunidad menonita es un grupo pacifico que desde su llegada ha enriquecido de manera amplia la cultura y la economía de nuestro estado, sus aportaciones a la gastronomía, la tecnificación del campo y la agroindustria, han hecho florecer la región que habitan y han hecho suya.
Afortunadamente, hasta este momento no existen indicios que hagan sonar las alarmas con motivo de violencia intrafamiliar o contra las mujeres de este grupo; confiamos que la reciente modernización de nuestra Constitución les garantice toda la tranquilidad y paz social que merecen.