Cuando se le preguntó al expresidente Donald Trump a quiénes veía como futuros líderes del Partido Republicano, él rápidamente listó varios nombres, incluyendo el gobernador de Florida, Ronb DeSantis y los senadores Josh Hawley y Ted Cruz. Pero claramente no estaba un nombre: Mike Pence.
El exvicepresidente estadounidense está reingresando a la vida pública mientras contempla la posibilidad de presentarse a la elección presidencial de 2024. Se está sumando a organizaciones conservadoras, escribiendo editoriales, pronunciando discursos y lanzando un grupo que se dedicará a promover los logros del gobierno de Trump.
Pero el hecho de que Trump no haya mencionado a Pence durante una entrevista en un podcast este mes indica que el exvicepresidente enfrentará un reto único. Para alguien que construyó una reputación como uno de los partidarios más leales de Trump, Pence es visto ahora con recelo por muchos republicanos por respetar su deber constitucional en enero de facilitar una transición pacífica del poder a manos de Joe Biden, una decisión que aún tiene furioso a Trump.
Para ganar en una primaria presidencial republicana, Pence tendría que resaltar su lealtad a Trump y también defender sus decisiones en los últimos días de la administración cuando el presidente promovió versiones falsas de fraude electoral que contribuyeron al fatal asalto al Capitolio en enero. Si alguien puede conseguir ese incómodo equilibrio, es Pence.
Los asistentes de Pence generalmente ignoran las menciones de la próxima elección residencial. Insisten en que él está concentrado en su familia y en las elecciones legislativas de 2022, cuando los republicanos están en buena posición para ganar al menos una cámara en el Congreso.