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Amelia Earhart, cuando el único límite es el cielo

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Amelia Earhart, cuando el único límite es el cielo

Amelia Earhart, cuando el único límite es el cielo

DANIELO HERNÁNDEZ

Aunque hay indicios de dónde pudo haber terminado Amelia Earhart, luego de su desaparición ocurrida durante el viaje con el que pretendía dar la vuelta al mundo en 1937; no existe certeza de si murió al estrellarse o siguió viva como naufraga en alguna isla solitaria en medio del Pacífico. Aun así, a más de 80 años de que ya no se supo de ella, las proezas logradas en una época donde era poco común ver a las mujeres haciendo algo parecido nos siguen sorprendiendo a todos.

Amelia, además de imponer múltiples récords de altura y distancia a bordo de su aeroplano, logró consolidarse como aviadora a base de tenacidad, esfuerzo y oídos sordos a una sociedad que en múltiples ocasiones le restregaba la imposibilidad de realizar esta actividad por su condición de mujer.

Para Amelia ni lo anterior, ni los prejuicios aparejados a su origen fueron obstáculo para rápidamente sobresalir en el mundo de la aviación. Earhart nació en Atchinson, Kansas, un minúsculo poblado de un rural Estados Unidos a finales del siglo XIX cuando ni siquiera se sabría de que unos años después existirían los aviones.

Sin embargo, siendo muy joven y tan pronto conoció estas máquinas voladoras quedó prendada de ellas y supo que algún día sería este su estilo de vida y quizá sin proponérselo, la historia le tendría reservado un lugar muy especial junto a otras grandes mujeres que pusieron su existencia como motivación para otras.

Viene a colación lo anterior, en el sentido que como sociedad existe todavía una gran predisposición para poner freno a los anhelos y aspiraciones de cualquier persona a la que, ya sea por motivo de género, de origen o de filosofía de vida se le niega cualquier posibilidad de superación o se convierten en víctimas de la diatriba y el denuesto.

Amelia lo dejó claro: el único límite es el cielo, nada debe interponerse entre nuestros sueños y el resultado que se puede obtener.

Con esta filosofía Lindi como también se le conocía, nadó contra corriente para convertirse en la primera mujer en hacer un vuelo en solitario en el Atlántico, la primera persona en hacerlo dos veces, en alcanzar la distancia más larga volada por una mujer sin parar y en imponer récord por cruzarlo en el menor tiempo.

Earhart impulsó la aviación entre las mujeres: organizó una carrera aérea para mujeres a través del país en 1929, de Los Ángeles a Cleveland, que fue llamada The powder-puff derby.

Algo así como la carrera de las polveras de maquillaje, puesto que Amelia siempre sostuvo que aunque las mujeres hicieran actividades adjudicadas a los hombres, no había pretexto para mostrarse bellas y "preparadas" porque no se sabía cuándo podían aparecer los periodistas y siempre cargaba con su polvera y labial.

Amelia no solo fue una piloto y una mujer que desafió a su época, también fundó la organización Las noventa y nueve con otros pilotos, pues incluía a 99 miembros. En 1930 ayudó a formar y fue vicepresidenta de relaciones públicas de una aerolínea que cubría Nueva York, Filadelfia y Washington. Y se convirtió en empresaria al lanzar una línea de ropa para la mujer que buscaba la comodidad y practicidad y una colección de equipaje. Su vida, sueños y metas, como dije líneas arriba, solo terminaron cuando desapareció tratando de cruzar el mundo en su avión.

¿Cuántas mujeres han dejado de lado sus aspiraciones impedidas por los prejuicios y la mala fe de los otros? ¿Cuántas historias de éxito no hemos conocido porque la sociedad hizo menos a quien se propuso llevar a cabo una proeza o sueño difícil?

Lo mejor es seguir el ejemplo de Amelia, que nada se interponga entre nosotros y la conquista de nuestros sueños por más arriesgados que parezcan.

Escrito en: Orquídeas a la luz de los siglos mujeres, Amelia, mujer, sueños

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