Kiosko

Dejamos sólo huesos

SORBOS DE CAFÉ

Dejamos sólo huesos

Dejamos sólo huesos

MARCO LUKE

Entonces, venimos sólo a dejar nuestros huesos.

Llegamos a este mundo y esperamos la muerte, mientras tanto, luchamos por sobrevivir, y nuestros sueños hacen lo mismo.

Lo peor de todo es que nos justificamos en el absurdo de solo mantenernos alejados de la muerte, pero no vivimos, pero no reímos, sin embargo, le tememos.

Y sufrimos por sostener a nuestros cuerpos funcionando, pero no sentimos, entonces, se burlan de nosotros los placeres, lo mundano que, en exceso, creemos estar viviendo, creemos que por sentir de más, estamos gozando.

Nos engaña la felicidad del placer, momentánea pero insistente, placeres de fin de semana que nos alejan paulatinamente, pero sin descanso, de la plenitud que únicamente puede sentir el espíritu satisfecho, la humanidad que no necesita de un reloj de oro, del alma que se alimenta de pinceladas, del oído que se seduce con las melodías.

De pronto, llega la muerte, y vemos ese cuerpo que desde hace tiempo ya no tenía vida, dormido, o mejor dicho, con los ojos cerrados. Probablemente será más feliz hoy y para siempre porque nunca más tendrá que luchar para sobrevivir, y tendrá la oportunidad de reunirse con sus sueños, sepultados bajo de los ajenos.

Una víctima más, quién sólo ha venido a este mundo a dejar los huesos.

Nos dejamos arrastrar por insignificancias que nuestro ego alimenta y cría hasta convertirlos en monstruos, en bestias que comienzan a devorar nuestra esencia. La nutrimos de cosas tras un aparador, de objetos que nos colocan disfraces y máscaras, y nos convertimos en cosas de aparador.

Aparentamos ser y en realidad es que solo estamos, pero no somos, y así, con sonrisas falsas, con ropa que quita el hambre de la vergüenza en un mundo de hambrientos buscando satisfacerse atragantándose del festín cocinado con rumores y deseos de ver fracasar al otro.

Y es que siempre es fácil pisotear a quien ha caído, esforzarse y subir peldaños.

Sin esfuerzo alguno sostenemos nuestros techos con pilares débiles construidos sobre cimientos malhechos, sin fondo, sin nada dentro de él, pero nada importa si ante los ojos de los transeúntes nuestro hogar se ve firme, aunque el peso de la hipocresía sobre nuestras espaldas esté a punto de colapsar.

Nuestro espíritu espera la muerte, buscando la manera de reencarnar, rogando una nueva oportunidad de ser, porque la fragilidad de pertenecer nos ha llevado a dejar lo que somos con tal de vernos aceptados en un círculo, aunque sea vicioso.

Ruega nuestro espíritu, porque nuestro cuerpo muchas veces se hincó, cientos de veces estuvo postrado en un reclinatorio mientras veía la entrepierna de la lujuria e ignoraba la salvación, no de su alma, si no de su cuerpo.

Y al final, lo confirmamos frente al universo... hemos venido al mundo a perder el tiempo, hemos venido al mundo sólo a dejar nuestros huesos.

Escrito en: Sorbos de café nuestros, mundo, dejar, muerte,

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Kiosko

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas