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SORBOS DE CAFÉ

Mazamitla

Sorbos de Café

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MARCO LUKE

A través de la ventana veía caer la lluvia.

Hacía buen rato que me encontraba despierto escuchando el suave murmullo del agua caer, escuchando tu respiración tranquila bajando el telón de tus sueños.

El dorso de mi mano caminó lentamente sobre tus mejillas, y en su recorrido, se robó tu primera sonrisa del día.

Tardaste en abrir los ojos, lo suficiente como para componer una ópera con tu silueta sobre la cama y las paredes de madera cerca de la chimenea. Tú y la lluvia cubriendo la cabaña, fueron una escenografía perfecta, y yo, un fanático de tu pudor.

Casi imperceptible, elegante, decidiste levantarte llevándote contigo la primera noche para cubrirte de la fría humedad, para proteger mi mundo de la soledad.

En silencio, sólo se escuchaba la lluvia intentando escribir versos de cristal líquido, intentando en vano dejar la tinta de su sombra entre las cortinas. Mientras tanto, tu paseo por la habitación escribió letras en las páginas de mis pupilas para leerte la mitad de una eternidad.

Por si acaso, opté por quedarme sentado en el colchón para no despertar de la utopía muriendo ante mis ojos, para tratar de comprender, qué hacía una musa renacentista bebiendo café tras mi balcón.

No pude más y me deshice de lo que me estorbaba, únicamente quedó sobre mi cuerpo los restos de sábanas guinda, pero no tardaron en ceder, cayendo exhaustas tras mis tobillos.

Floté hasta donde estabas para poder beberte y abrazar el café recién hecho.

Sin darnos cuenta fijamos la mirada en algún punto de la montaña y sin saber, habíamos dejado algo de nuestra mutua historia impresa en el paisaje de la "Suiza mexicana". En ese horizonte se pintó el único retrato de nuestras noches.

De la nada, sin abandonar el lugar de la montaña que hoy nos pertenece, comenzaste a entonar delicadamente la canción que una noche antes, al calor de una fogata, me habías pedido un par de ocasiones.

Si hubiera sabido que esa sería la última noche juntos, se habrían convertido en cenizas mi guitarra y mi alma, con tal de nunca apagar aquel fuego, para mantener el calor de tus labios derritiendo los míos.

Si alguien me hubiera avisado que después de esa noche, no volvería a despertar junto a ti, estaría colgado de la luna, equilibrándome entre las cuerdas rotas de una lira, estaría, sin dudarlo, esperándote bajo los candiles que mantienen las madrugadas.

Me convertiría en un polizón colándose dentro de los vagones de tu alma para viajar contigo siempre.

Sería la densa neblina vagando entre las calles de Mazamitla para poder mezclarme con tu aliento, y en un respiro, quedarme dentro de ti.

Cortesía

Escrito en: Sorbos de café noche, hubiera, dentro, intentando

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