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ARMANDO FUENTES AGUIRRE

Lo recuerdo como si fuera mañana.

En mi ciudad de niño el día 10 de mayo, a las 12 del mediodía en punto, se oía el estallido de una cámara, cohetón que sonaba igual que un cañonazo desde la torre de la Catedral.

A esa señal el mundo se detenía. (Saltillo era el mundo para mí). Los automóviles hacían alto absoluto; los transeúntes suspendían su paso por las calles. Los señores se quitaban el sombrero -todos lo usaban en aquella época-; las mujeres se santiguaban devotamente, En casas y comercios la gente dejaba de hacer lo que en ese momento estaba haciendo. Todos en la ciudad guardaban un minuto de silencio en memoria de las madres idas. Sonaba al final otro cohete, y el ritmo de la vida continuaba.

Con los años adquiere uno la fea enfermedad de analizar las cosas. Ahora pienso que ese ritual solemne estaba equivocado. Las madres nunca se van. Permanecen para siempre con nosotros en la sangre y el recuerdo.

Doña Carmen Aguirre de Fuentes, mi mamá, está aquí conmigo. Todos los días está cerca de mí. En la memoria o en el sueño oigo que me pregunta como hace muchos años: "¿Ya hiciste la tarea, Armando?". Ya la estoy terminando, mamá. Cuando la acabe iré contigo.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: Mirador memoria, Todos, mundo, estaba

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