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YAMIL DARWICH

Con la pandemia del COVID-19, además del daño físico que padecen los enfermos y las consecuencias que genera la infección en quienes sobreviven el problema clínico, aparecen incrementos de enfermedades de la esfera psicológica, entre ellas sobresalen la depresión y el alza de suicidios; otras también han aumentado, como la neurosis que favorece la agresividad en el medio familiar.

Con ello y por el dolor psíquico que vivimos, es evidente que los seres humanos del siglo XXI, no alcanzamos a dimensionar la gravedad y el reto que representa la pandemia en referencia a lo trascendente que es la vida, preocupándonos mayormente la humana, pensando que vivimos "la mayor epidemia de la historia"; por cierto, sentencia inexacta.

Lo real es que se ha evidenciado nuestra debilidad ante las adversidades, mismas que tenemos que enfrentarlas con positivismo o temor, según cada cual; al final, los seres humanos habremos superado el nuevo reto, que con mucho no es el mayor que se nos ha presentado sobre pandemias que han asolado a la humanidad.

Igual nos ha sucedido con las confrontaciones bélicas, ejemplos claros de nuestra brutal irracionalidad. Recuerde que somos la única especie animal que atacamos y matamos a otros individuos por razones diferentes a la sobrevivencia y, comúnmente, por el deseo de ejercer poder, dominar y abusar.

Está por demás citar toda la historia del mundo y sus crisis por epidemias y guerras; baste mencionar a la Peste Negra, que de 1346 a 1353, provocó la muerte de 200 millones, entre una población total de aproximadamente 450 millones de personas, casi la mitad de los habitantes del mundo.

Revisemos únicamente las del siglo XX, hasta el presente XXI.

La Gripe Española, asoló al mundo a principios de 1918 a 1919, provocando la muerte de 40 a 50 millones de personas -se dice que únicamente en San Pedro de las Colonias, murieron 2,400 de laguneros-; de 1957 a 1958, la Gripe Asiática generó un millón cien mil defunciones y de 1968 a 1970, en Hong Kong, murieron un millón de orientales; desde 1981, a la fecha, cuando se diagnosticó el primer caso de SIDA, llevamos de 25 a 35 millones de fallecidos; el SARS del 2002 al 2003, contabilizó 770,000 víctimas fatales; y del 2009 al 2010, la gripe porcina generó 200,000; el MERS 850 mil y el ébola, 11,300 entre el 2014 y 2016.

Al momento de escribir este Diálogo, el COVID-19 acumula mundialmente 3,320,000 -mayo 12, 2021-

Si sumamos las grandes guerras, vemos que la I Mundial -del 28 de julio de 1914 al 11 de noviembre de 1918- generó 22 millones de muertos; la II Guerra, 60 millones y de ellas el 10% correspondieron al genocidio cometido por Hitler, contra los judíos quienes, a lo largo de esos años, fueron perseguidos, encarcelados, hambreados y finalmente asesinados.

Otras guerras, como la de Corea -1950- acabó con más de 3 millones de muertes de civiles y la de Vietnam -1955 a 1975- sumó un total de 3.8 a 5.7 millones de personas, contabilizando 58,159 soldados y 1,700 desaparecidos de los Estados Unidos de Norteamérica.

Vale la pena enumerar los fallecidos durante la Revolución Mexicana -1910 a 1917- que fueron entre uno y 3 millones.

Desde luego que comprendo y acepto que la generalización no debe hacernos insensibles a la particularización de casos de familiares y amigos que murieron o morirán por enfermedades y acciones de violencia; casos aparte, igualmente dolorosos, serán los de aquellos humanos que padezcan consecuencias en su salud integral por tales eventos catastróficos; sin embargo, la humanidad está por encima de la individualidad y dado el caso de analizar problemas globales y enfocarlos así, la pandemia, sin duda, será un nuevo reto que superaremos como raza humana.

Con esos datos, ahora usted puede dimensionar el problema.

La diferencia estriba en nuestro desarrollo técnico médico, que indudablemente está enfrentando y venciendo al coronavirus y limitando el daño mundial que dolorosamente nos está causando.

Para la humanidad solo es cuestión de tiempo difundir la vacuna adecuada y aplicarla, para inclinar -aún más- la balanza a nuestro favor.

Por ahora vivimos la feroz carrera entre países y laboratorios, todos afanados en crear, aplicar y explotar los beneficios económicos por la venta de su descubrimiento; esperemos que, al momento de aplicar la vacunación masiva, no caigamos una vez más en las debilidades humanas, dominando intereses económicos, de estrategia financiera y política, ansiosos por obtener el dominio global.

Entiendo que eso que llaman "la nueva realidad" también estará -a partir de ahora- cada vez más presente y tengo la seguridad de que igualmente nos adaptaremos y superaremos el cambio. Así sucedió a lo largo de toda nuestra historia mundial.

Lo animo a redoblar nuestra actitud positiva, cuidarnos y participar del ánimo alegre por la vida. ¿Acepta?

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Escrito en: Diálogo millones, nuestra, murieron, generó

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