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De Política y Cosas Peores

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ARMANDO CAMORRA

Un voto por Morena es un voto contra México. Todo indica que a López Obrador se le frustró ya uno de sus anhelos principales: apoderarse de Nuevo León, y muy principalmente de Monterrey. Eso habría sido la joya mayor en su corona de emperador de México. En efecto, la candidata de Morena, que en un principio punteaba en la carrera por la gubernatura de ese estado, se desplomó al tercer lugar cuando los nuevoleoneses la pescaron en mentira grave. Del plato a la boca se le cayó la sopa al tabasqueño, que ya sentía suya la ciudad que desde hace muchos años ha sido representante de la libre empresa, emblema de trabajo y bastión de resistencias ciudadanas frente al poder central. Eso explica la rabia y el encono que AMLO ha desatado contra los principales candidatos de oposición a Morena en Nuevo León, entidad que muchas veces ha representado la modernidad y el progreso en el país. No se equivocará quien proponga una ecuación política que se enunciaría así: "A mayor atraso económico, educativo y social, mayor apoyo para López Obrador". Nuevo León es un estado de vanguardia, y pienso que incluso si la candidata morenista a la gubernatura no hubiese cometido el error que cometió, la ciudadanía habría terminado por negar su voto al partido de López Obrador. Las cosas caen siempre por su propio peso. Y los yerros que está cometiendo el emperador cada día pesan más. Don Terebinto, señor de edad provecta, casó con Jodalisca, mujer de exuberantes formas. Al empezar la noche de las bodas el desposado se dirigió, solemne, a su flamante novia: "Dime una cosa, Jo: ¿Eres virgen?". La interrogada consideró la edad y condición de su marido y respondió: "¿Por qué me lo preguntas? ¿Necesitas algún milagro?". El general Popo y el general Ote cayeron en manos del rebelde coronel Azo, que ipso facto los sentenció a ser fusilados. Ya frente al paredón el capitán encargado del fusilamiento le preguntó al general Popo: "¿Quiere decir sus últimas palabras?". "Sí -respondió el mílite, altivo-. ¡Que tizne a su madre el coronel Azo!". "Compadre -le dijo en voz baja, preocupado, el general Ote-. No empeore la situación". En el programa de preguntas y respuestas el conductor televisivo le preguntó a la concursante: "¿Quién fue el primer hombre?". Contestó ella: "Me da pena decir su nombre aquí, en proyección nacional". La pequeña Rosilita le propuso a Pepito: "¿Jugamos a que éramos casados?". "No -rechazó Pepito-. Mejor vamos a jugar a que éramos novios. Los casados rara vez hacen cositas". En su oficina aquella dama de madura edad tenía sentado en sus rodillas a un hombre joven y guapo que escribía en una libreta lo que le dictaba la ejecutiva: "Como Presidenta de la Asociación Pro Igualdad de la Mujer.". El paciente del doctor Duerf le comentó: "Yo sí quiero pagarle sus honorarios, doctor, pero mi subconsciente se resiste". Don Chinguetas tomó asiento en la barra de la Cantina Modotti y saludó, cortés, a la dama que tenía al lado: "Buenas noches". Con un grito destemplado respondió la mujer: "¿Cómo se atreve usted a hacerme esa proposición? ¡Lárguese, viejo degenerado, pervertido, depravado!". Don Chinguetas se aturrulló al oír aquella inexplicable andanada de insultos, y ante la mirada de reprobación de los presentes se escurrió a una mesa del rincón. Poco después la mujer se le presentó y le dijo: "Perdone usted lo que pasó, señor. Estoy haciendo una investigación acerca de la forma en que reaccionan las personas en situaciones inesperadas, y lo usé a usted como sujeto de experimentación". Replicó don Chinguetas con una sonora exclamación que todos pudieron escuchar: "¿10 mil pesos? ¡Estás loca!". FIN.

Escrito en: De Política y Cosas Peores general, voto, edad, Nuevo

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