Renuevan a la 'reina' de la marca Ford: Lobo
Si algo abunda en las fábulas clásicas es la presencia de lobos, debido al sello que ha impreso este predador sobre el ideario humano. El éxito global del canis lupus se basa en su adaptabilidad y trabajo en equipo. Con estos principios, Ford renueva su camioneta más exitosa, la cual tuvimos oportunidad de experimentar la versión Platinum.
Brinda una imagen ruda sin adiciones superfluas. El frente integra escultóricamente conjuntos de faros verticales con acento LED, luces de niebla planos, defensa con ganchos de arrastre y parrilla con acentos metálicos de acomodo rítmico. Las manijas cromadas hacen juego con el cuerpo de los espejos y un acento en similar acabado de la ventila lateral recibe el rótulo Lobo Platinum. La tapa de caja está cubierta con una rotunda placa de lado a lado, también con la insignia Platinum para no dejar dudas a quien acabe de ser rebasado.
La cabina es amplia, con una atmósfera contemporánea y sobria basada en combinación metal bruñido contra texturizado, contrastando en acabado en madera negra, abundante en conexiones incluyendo USB, carga inalámbrica además de tomas en 12 y 120 voltios. Una característica de interés para quienes trabajan en el vehículo es el botón para abatir la palanca de transmisión, la cual al plegarse despeja una superficie de trabajo ideal para laptop. Si las horas de trabajo se extienden al punto del agotamiento, los respaldos de las plazas delanteras pueden extenderse hacia atrás hasta 180 grados mientras los asientos se desplazan hacia arriba, conformando así dos camas con vista a las estrellas gracias al techo panorámico.
En marcha, el EcoBoost seis cilindros de 400 caballos no satura con el tono de escape, siendo más bien discreto en su sonoridad. No resulta tan explosivo como otras opciones disponibles con competidores que optan por motores ocho cilindros de aspiración natural, pero prácticamente iguala las cifras de potencia, lo cual permite una conducción entusiasta. El par motor es de 500 libras pie, más que adecuado para remontar cuestas retadoras sin esfuerzo.
La transmisión automática de 10 velocidades puede operarse en modalidad manual. El torque llega a tierra vía un juego de neumáticos Hankook en medida 275/60R20 más bien orientadas a uso en asfalto. (Si estuviera en mi cochera definitivamente las sustituía, al igual que los tapetes, los cuales vienen en tela y para aventura convendrían más en plástico).
Entre el enfriado de asientos y lo aplomado de la marcha, rápidamente pasó la etapa de autopista para llegar a la carretera de montaña. En el ascenso anecdóticamente vamos encontrando vehículos sobrecalentados rellenando niveles para continuar la marcha. El lector de la Lobo Platinum no se inmuta. Irregularidades profundas en el asfalto son absorbidas sin novedad por el generoso juego de la suspensión, y finalmente, salimos del asfalto tras subir y bajar metros sobre el nivel del mar.
Hemos tenido oportunidad de experimentar estas brechas con otros productos como Ram Heavy Duty o, bien, Cheyenne High Country, encontrando el tono de la suspensión de Lobo Platinum a la mitad entre la rudeza de Ram y el confort de Cheyenne. En el caso de Lobo Platinum hallamos un balance plenamente funcional. Sin embargo puede llegar a ser algo cansada si somos muy alegres con el acelerador en terreno notoriamente aserrado.
El radio de giro es el óptimo a pesar de las dimensiones serranas de la vereda. La altura al piso permite negociar escalones de roca que serían la muerte de vehículos más generalistas. El precio de la versión probada está en un millón 137 mil pesos, mismo que, considerando la vida útil esperada de la familia F-150, es una inversión a largo plazo confiable.