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No dejar a nadie atrás

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JESÚS MENA VÁZQUEZ

Hace unas semanas mencioné en este espacio que, lamentablemente, la pobreza extrema en México había aumentado en dos millones de personas en el período de 2018 a 2020, pasando de 8.7 millones en 2018 a 10.8 millones en 2020.

Además, comentaba que en el caso de Durango, la medición de población en pobreza extrema reportó un aumento de más de 100% pasando de 38 mil personas en 2018 a casi 80 mil personas en 2020, esta última cifra representa poco más de un 4% de la población, todavía por debajo del 8.5% de personas que desafortunadamente viven en condiciones de pobreza a nivel nacional, pero preocupante por el aumento tan pronunciado en un período relativamente corto de tiempo y que seguramente tiene como una de sus causas principales la crisis económica consecuencia de las medidas sanitarias que se tomaron para contener los contagios por coronavirus.

Las y los niños de las familias en pobreza extrema en todo el país han cargado con las más duras consecuencias de la pandemia. En el caso de menores de edad, el impacto es multidimensional, no solamente se han visto afectados por la pérdida de ingresos en el hogar, con todas las implicaciones que conlleva, sino que también sufrieron un impacto en el capital humano que pudieran acumular asistiendo a la escuela por más tiempo.

La encuesta del Inegi para medir el impacto de la crisis del Covid-19 publicada en marzo de este año reportaba que cinco millones de menores no se inscribieron al ciclo escolar 2020 - 2021 como consecuencia de la crisis derivada del Covid-19.

La magnitud de esto no se verá en el corto o incluso en el mediano plazo, sino que será cuando estos niños comiencen su vida laboral como adultos y que sean incapaces de romper el ciclo intergeneracional de la pobreza que mantiene a generaciones de familias en esta condición.

El modelo que se siguió durante cerca de 30 años en México para superar la pobreza extrema apostó a la educación como la palanca para romper el ciclo intergeneracional de la pobreza. Lamentablemente el pobre desempeño económico que tuvo nuestro país en todo ese tiempo hizo imposible que los mercados laborales proveyeran de sueldos mejor pagados a las y los jóvenes de familias en pobreza extrema que tuvieron la oportunidad de cursar más años de escuela y por lo tanto estaban mejor calificados y podían aspirar a empleos mejor pagados, dejando atrás las condiciones de pobreza en que vivieron sus padres y abuelos.

Ahora las políticas para combatir la pobreza han cambiado a un enfoque de derechos, con transferencias de recursos cubriendo universalmente a ciertos sectores de la población. Sin embargo, eso dejará sin estas transferencias, por ejemplo, a los jóvenes de educación media superior que han abandonado la escuela precisamente por dificultades económicas en el hogar.

En el contexto de un gobierno estatal que está por terminar su período y de un gobierno federal que está a la mitad del camino, es urgente que existan políticas públicas enfocadas a mejorar el capital humano y las condiciones de vida de las y los menores de edad de familias que viven en condiciones de pobreza extrema y que se han visto obligados a dejar la escuela como consecuencia de la crisis económica. Espero que no los dejemos atrás, como sociedad lo vamos a lamentar por mucho tiempo.

Twitter: @jesusmenav

Escrito en: Vida pública pobreza, extrema, crisis, millones

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