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IGNACIO ESPINOSA

Una vez que el nuevo ciclo escolar dio inicio formal el pasado lunes 6 de septiembre en prácticamente todo el territorio nacional, con clases presenciales, en el caso específico del estado de Durango, se pudo observar que sólo el 30 por ciento de los planteles de enseñanza de Educación Básica (preescolar, primaria y secundaria) reanudó actividades en sus espacios, lo anterior en el marco de la tercera ola de la pandemia de Covid-19 y con el peligro que representa esta reactivación por el alto nivel de contagios de la citada enfermedad que aún se registra en varias entidades del país.

No obstante que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha insistido, desde hace semanas, en que toda la población estudiantil debe regresar a las aulas, debido a que casi desde hace casi año y medio las clases se han impartido en línea, en su modalidad virtual, ahora el objetivo se ha cumplido luego de que este lunes 6 de septiembre una cantidad importante de alumnos y alumnas retornó a las escuelas de forma presencial, eso sí, con todas las medidas preventivas de sanidad que desde hace casi 18 meses venimos aplicando en nuestra vida cotidiana.

De cualquier manera, hubo un sector significativo de padres y madres de familia que decidió no enviar a sus hijos a la escuela, en virtud de que aún se percibe un elevado riesgo de que los menores de edad se contagien de Covid-19, y no precisamente en las instalaciones educativas, sino en el transporte público que utilizan diariamente para trasladarse a su plantel educativo, ya que es imposible que en esas unidades motrices se guarde la sana distancia con todos los pasajeros que usan este servicio para acudir a sus trabajos o a diversas actividades, de ahí que, seguramente, esos autobuses, microbuses, combis, el metrobús y el metro (en el caso de las ciudades que disponen de ese servicio) lucirían saturados por el regreso a clases.

Por ese motivo, los progenitores que tomaron esa determinación tienen algo o mucha de razón al decidir no exponer a sus vástagos a un posible contagio si se trasladan a la escuela en el transporte público, y si se considera que alrededor del 80 por ciento (en promedio) de los y las estudiantes usan ese servicio para acudir a la escuela, entonces el riesgo latente de que contraigan Covid-19 está siempre en el aire, de ahí que se justifica su temor a no mandar a sus hijos a los planteles educativos en esas circunstancias.

Es cierto que se tomarían las medidas necesarias para prevenir los contagios de coronavirus dentro de las escuelas; sin embargo, insisto y coincido con muchos de esos padres de familia, en el sentido de que nadie nos puede garantizar que uno de esos menores y adolescentes no podría adquirir la enfermedad si tiene contacto físico con algún pasajero en el transporte público, dada la cercanía entre ellos todos los días, por lo que sería imposible asegurar que se puede evitar que algún o alguna estudiante se contagie en esas circunstancias.

De acuerdo con la postura de una cantidad considerable de progenitores, lo ideal sería aguardar uno o dos meses más, una vez que se constate que la tercera ola de Covid-19 ha disminuido de forma importante, con un número reducido de casos positivos y de defunciones, con lo que los padres de familia tendíamos la certeza de que el riesgo de que nuestras hijas e hijos ya no corren el riesgo, o este es mínimo, de contagiarse, y así estaríamos más tranquilos, sabiendo que existen condiciones de seguridad en los planteles educativos.

No obstante, y tomando en cuenta que es complicado mantener en condiciones óptimas las instalaciones educativas, de tal forma que se asegure que todos sus espacios están libres del virus SARS-CoV-2, lo más conveniente es que dotemos a los hijos e hijas de los insumos indispensables, entre los que se encuentran el cubrebocas, gel antibacterial y toallitas desinfectantes, entre otros, además de inculcarles reiteradamente que respeten la sana distancia, mínimo de 1.5 metros, con respecto a sus compañeros, con lo que de esta manera estaríamos contribuyendo a reducir significativamente el riesgo de contraer Covid-19 dentro de la escuela.

Asimismo, tampoco está por demás recomendarles a nuestras hijas e hijos que si observan que alguna de sus compañeras o compañeros tiene alguna enfermedad visible como gripa o tos continua, lo mejor es alejarse de ella o él y reportarlo, con mucha discreción, al maestro o maestra, para que sean ellos quienes tomen las medidas correspondientes con el objetivo de que el pequeño o adolescente sea aislado del grupo y, lo más pronto posible, sea examinado o examinada por un doctor, con la finalidad de descartar que se trate de un caso de la referida enfermedad y así prevenir que el virus se propague en caso de que el diagnóstico confirme que se trate de un caso positivo de coronavirus.

Es imposible que los menores y adolescentes estén protegidos dentro de una burbuja para garantizar que nada ni nadie los va a dañar; sin embargo, recordemos que el riesgo de contagiarse de Covid-19 siempre estará latente mientras convivan con un grupo más o menos numeroso de compañeros y personal educativo.

Lo más conveniente, amable lector(a), es continuar implementando las medidas preventivas que todos ya conocemos, ya sea que nuestros hijos o hijas acudan a la escuela o que sigan tomando clases en línea, pues mientras los niveles de contagios en nuestro estado no disminuyan, el riesgo de enfermar siempre estará presente.

Escrito en: Padres e hijos hijos, riesgo, caso, Covid-19

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