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Orquídeas a la luz de los siglos

Rosario, nunca dejes de buscar

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DANIELO HERNÁNDEZ

Dicen los padres que han perdido un hijo, que no se experimenta en la vida un dolor más grande que ese. Si la pérdida se debe a causas naturales como la muerte o una enfermedad, el proceso de duelo aunque complejo, eventualmente podrá sobrellevarse y la familia encontrará con el tiempo, un poco de consuelo y calma.

En cambio, si los motivos de la ausencia del ser querido tienen nombre, apellido y rostro, la pérdida se vuelve un callejón sin salida, un mar de preguntas sin respuesta y una colección interminable de noches llenas de insomnio y días eternos inundados de zozobra.

Rosario Ibarra de Piedra sintió ese dolor a mediados de la década de los setenta, cuando su hijo Jesús fue capturado de manera ilegal por agentes del Gobierno y nunca más se supo de él. Desde entonces doña Rosario -ahora de 94 años- no tuvo tregua ni descanso para pelear una lucha que le permitiera encontrar a su amado hijo.

En esta incansable búsqueda de más de cuatro décadas, Rosario Ibarra ha llorado junto a cientos de padres y madres la desaparición forzada de sus hijos. No obstante, esas lagrimas lo mismo han servido como catalizador para confrontar sin temor a militares, policías, ministerios públicos y hasta Presidentes, que como aliento para gritar en todos los escenarios, plazas y auditorios en los que se ha parado: "¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!".

Doña Rosario transformó el dolor en un llamado a la organización colectiva, en 1977 junto a otras madres en la misma situación que ella, fundó el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos, -más conocido como el Comité ¡Eureka!- con el fin de exigir justicia y demandar un alto a la impunidad suscitada durante los sexenios de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría. Desde su creación el Comité ha encontrado con vida a más de 148 personas desaparecidas.

Por otra parte, su labor y activismo en pro de los derechos humanos no se limitó a la búsqueda de las víctimas de desapariciones forzadas, sino que además aun poniendo en riesgo su propia salud, junto a otras integrantes del Comité Eureka emprendió sendas huelgas de hambre en las que se pedía amnistía para los presos políticos y la presentación con vida de otros desaparecidos. Ante tales presiones, en 1978 el presidente José López Portillo no tuvo más remedio que promulgar una Ley de Amnistía, que de manera casi inmediata puso en libertad a mil 500 presos políticos, permitió el regreso de 57 exiliados al país y canceló más de dos mil órdenes de aprehensión de distinta índole.

Rosario Ibarra nunca dejó de buscar, ya no solo a su hijo desaparecido, sino también la manera de dar voz a todos aquellos que se les había despojado de ese derecho. Fue la primera mujer candidata a la Presidencia de México en 1982 y 1988 y se convirtió en Senadora de la República en 2006 para de esta manera dar testimonio de su relevante papel en la auténtica izquierda mexicana.

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Las múltiples organizaciones y movimientos en pro de la defensa de los derechos humanos en los que ha participado y su labor incansable labor humanista le han valido la nominación al Premio Nobel de la Paz en cuatro ocasiones: 1986, 1987, 1989 y 2006; la Medalla al Mérito cívico Eduardo Neri y en 2019, la Medalla Belisario Domínguez que otorga el Senado mexicano; sobre esta última, Doña Rosario no la recibió, la entregó al Presidente de México con el siguiente mensaje: "...no quiero que mi lucha quede inconclusa, es por eso que dejo en tus manos la custodia de tan preciado reconocimiento y te pido que me la devuelvas junto con la verdad sobre el paradero de nuestros queridos y añorados hijos y familiares, y con la certeza de que la justicia anhelada por fin los ha cubierto con su velo protector.

Mientras la vida me lo permita, seguiré en mi empeño de encontrarlos. ¡Vivos los llevaron, vivos los queremos!".

Con esta acción, Rosario se confirmó como el símbolo inequívoco del sentir de muchas madres, padres, hermanos y hermanas que sin descanso recorren oficinas y baldíos con la esperanza de encontrar una luz que ilumine su desasosiego. Esperemos que un día todos ellos puedan reunirse con sus seres amados.

Escrito en: Orquídeas a la luz de los siglos Rosario, Comité, junto, manera

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