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YAMIL DARWICH

Otro año festejando el inicio de la Revolución Mexicana, nuestra guerra civil que culminó con la destitución del dictador Porfirio Díaz y el inicio del llamado período posrevolucionario; época generadora de esperanzas de justicia social que, hasta ahora, no hemos alcanzado.

Recordando lo aprendido en la historia oficial, hubo un levantamiento contrarrevolucionario, encabezado por Félix Díaz, Bernardo Reyes y Victoriano Huerta, contrarios a Francisco I. Madero, quien finalmente moriría asesinado junto a su hermano Gustavo y José María Pino Suárez. Fue el inicio de traiciones y asesinatos que signan a nuestra Revolución.

Francisco Madero, coahuilense educado en el extranjero, se caracterizaba por su sentido humanista; perteneció a una familia coahuilense privilegiada y buscaba el bienestar general; también era extremadamente confiado, al grado de facilitarle su asesinato al traicionero Victoriano Huerta.

Promotor del cambio y justicia social, fue detenido en San Luis, Potosí, acusado por el gobierno de sedición y al ser liberado viajó a San Antonio Texas, desde donde lanzó su Plan de San Luis, con la llamada a las armas fijada para el día 20 de noviembre del año 1910.

Convencido creyente del esoterismo, particularmente de la comunicación con espíritus, tomó decisiones apoyado en tal orientación inculcada en Europa.

Los estudiosos de la Revolución, en Gómez Palacio, Durango, aseguran que un grupo de rebeldes se "levantaron" una noche antes respondiendo al llamado, hecho que de ser verdad no ha sido adecuadamente registrado en nuestra historia.

Desde luego que era una justificada demanda de los mexicanos, dadas las injusticias que padecieron durante la dictadura porfiriana que protegía los intereses de pocos a costas de las mayorías. ¿Y ahora?

El sufrimiento de los campesinos -población mayoritaria- con el abuso de los hacendados y en las ciudades por los cercanos al gobierno -familiares, apadrinados y citadinos oportunistas- era insoportable.

Olvidamos, obligados por la manipulación histórica en la educación escolarizada, que también durante el Porfiriato, México, vivió un período de pleno desarrollo económico que nos presentaba ante el mundo como un país lleno de posibilidades.

Las discuciones sobre el tema, considerando la hipotética realidad que hubiéramos vivido de continuar con el proceso porfirista es tema de los eruditos, sin lograr ponerse de acuerdo. ¿Usted que piensa?

Baste mencionar que durante el porfiriato se construyeron vías de comunicación terrestres y marítimas con una visión de desarrollo industrial al mediano plazo; se dio el primer antecedente de esfuerzo por la educación del pueblo, con la creación, en 1891, del Consejo Superior de Educación Pública, abriendo la duda sobre la acusación de su interés por mantener el analfabetismo; además, la promoción de la inversión privada, incluida la extranjera, entre otras acciones positivas que, como simple dato, mantenían a la par al dólar y el peso.

Vale la pena mencionar el entrenamiento del Ejército Mexicano, con influencia de escuela militar europea, entonces catalogado como uno de los mejores adiestrados del mundo.

Tampoco podemos desconocer la fuerte influencia europea en nuestros usos y costumbres, con aquel tufillo victoriano que marcó, aún más, las diferencias sociales.

El ambiente de injustas diferencias favoreció el cultivo para la Revolución Mexicana, que inicia en 1910 y que termina casi a finales de los años veinte.

Es doloroso concluir que al final del conflicto, los promotores del cambio -desde Madero y Pino Suárez, pasando por Zapata y Villa- murieron asesinados, apagándose las esperanzas de mejora y oportunidad de justicia social, abriendo paso a una nueva casta mexicana de abusadores: politiqueros, militares, empresarios aprovechados y otros allegados; todos haciendo uso de privilegios, quienes se autonombraron "Hijos de la Revolución".

Es conocida la referencia de personajes que aseguraban -mintiendo descaradamente- haber sido revolucionarios partícipes en la lucha armada y otros más que, sin mérito alguno, se subieron al carro de los triunfadores: despreciables oportunistas buscando su beneficio, aprovechándose del infortunio mexicano.

Igual sucede ahora; los mexicanos seguimos exigiendo justicia y los politiqueros prometiéndonos el cambio, apareciendo una nueva casta de malandrines abusivos que se coluden para poder explotar nuevamente al pueblo.

Ellos son los nuevos parásitos de mexicanos que, al arribar al poder, aprovechan sus oportunidades.

La ya muy pregonada 4T, ha sido medio para que algunos personajes, familiares, amigos y empresarios deshonestos reaparezcan en el escenario nacional abusando; muchos de ellos enquistados en Morena, otros más que emigraron descaradamente de partidos políticos buscando hacerse "justicia" en esta nueva revolución política; otros, simplemente amparándose en ella para poder robarnos.

El verdadero cambio solamente se dará con la honesta conciencia y actitud humanista de servidores públicos cumplidores de sus responsabilidades, sin importar su partido; aquellos que posean la vocación y trabajen en tal sentido. ¿Utopía?

Para ello se requiere la consciencia y responsabilidad de nosotros, los ciudadanos, y que dejemos el marasmo de la indecisión desenfadada.

¿Piensa que, de cambiar, al fin tendremos igualdad y justicia?

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