La difícil búsqueda de la tierra prometida
Mercedes Sosa, esa extraordinaria cantante argentina representante de la trova mundial, nos regaló a lo largo de su prolífica carrera entre muchas otras melodías, una pieza que bien podríamos usarla a diario como recordatorio de nuestro paso por el mundo y la posición que debemos tomar ante la realidad a veces tan cruda que se nos presenta.
"Solo le pido a Dios que el futuro no me sea indiferente. Desahuciado está el que tiene que marchar a vivir una cultura diferente" reza esta bellísima melodía en uno de sus versos. Nada más cierto que lo anterior.
En días pasados arribaron a la ciudad de Durango un grupo de inmigrantes haitianos sin otro equipaje más que su esperanza y unas miradas largas que a pesar de su brillo no pueden ocultar el desahucio que significa abandonar la tierra de origen.
La tierra prometida aún está lejos. En los próximos días y ante la amenaza de un crudo invierno, todavía les faltan por recorrer varios cientos de kilómetros desde nuestra ciudad hasta la frontera norte, tristemente, nunca la incertidumbre tuvo tanto rostro y tan visible.
Obviamente ante la noticia de la llegada de esta caravana, los duranguenses no podíamos mantenernos indiferentes.
Esa noche fría recibí la llamada de una amiga quien me invitó a que nos movilizarnos a apoyar como pudiéramos llevarles una bebida caliente, algo de alimento, cobijas y paquetes de higiene femenina. La escena a nuestra llegada fue realmente conmovedora: del interior del inmueble donde se resguardaban del frio sin más abrigo que sus propios cuerpos, salieron por montones hombres y mujeres de todas las complexiones abalanzando sus brazos para obtener un poco de lo que les llevamos.
En el transcurso de nuestra estancia, algunas otras personas -pocas- llegaron a dejar algo de ropa, mas alimentos y algún otro presente para hacer la estancia de estos huéspedes un poco más llevadera.
Es un hecho que ante la situación tan compleja que se vive en el mundo, no será este grupo el último de inmigrantes que llegue a nuestra ciudad. Haití podría decirse, es el último rincón del mundo donde viven los más pobres entre los pobres; esta nación hermana ha sufrido por un lado los embates de un régimen corrupto que se encargó de empobrecerlos y por otra, su ubicación geográfica ha hecho que los embates de la naturaleza no les dé siquiera respiro cada vez que tienen que reconstruirse de entre las ruinas.
La migración seguirá, de eso estamos seguros, y quizá nunca sabremos cuanto sufrimiento vengan cargando puesto que ni siquiera compartimos el mismo idioma -del grupo que conocimos solo dos de ellos hablaban algunas palabras en español- "comida, frio".
Ante la migración que viene, parafraseando a Sosa es un hecho que ya nunca más podremos permanecer indiferentes.