Rumorología electoral en tiempos de pandemia
Inicia un nuevo año y con él llegan aires de renovación, de esperanza e ilusión por un mejor futuro. Es inevitable. La naturaleza del ser humano nos obliga a anhelar mejores tiempos a costa de adoptar la incertidumbre e intimar con ella. Los duranguenses nos encontramos atentos a lo que viene, que llegue lo que tenga que llegar y se vaya lo que se tenga que ir, pero que suceda ya... porque en las hendiduras entre lo real y lo posible, los rumores incrementan la ansiedad entre síntomas y mutaciones de lo desconocido.
Hace unos años Cass R. Sunstein escribió un libro denominado "Rumorología: cómo se difunden las falsedades, por qué las creemos y qué se puede hacer contra ellas". Recuerdo haber leído algunos fragmentos del mismo pero el acontecer diario en nuestra ciudad me hace añorar haberlo terminado. Los rumores son tan antiguos como la historia humana, siempre hemos vivido rodeados de ellos y tienen la facilidad de propagarse entre todo tipo de personas: estudiadas y sin estudios, sensatas e insensatas, razonables y tercas, de derecha o de izquierda, adultos o jóvenes, hombres y mujeres, etcétera.
Pero, ¿qué es lo que hace tan viral un rumor? Un hecho innegable es que esta técnica de comunicación está ligada a nuestros más grandes deseos y temores y, ahí radica su esencia; las personas divulgan aquella información que les beneficia en menor o mayor medida pero buscan, a través de la repetición, que un anhelo se convierta en realidad por el simple hecho de publicarlo.
Dice Gallego que el rumor es un fenómeno subliminal y una forma de acoso social que encuentra refugio en los pensamientos irracionales, por lo que no se puede contrarrestar con racionalidad. El rumor es de naturaleza oral, aunque se puede transmitir por otras vías. La gente no sabe distinguir el rumor de la verdad objetiva, por eso las personas damos por verdadera una información falsa.
Actualmente los rumores en materia político-electoral están a la orden del día; el cambio de gobierno estatal y en los 39 municipios provoca que hasta el más despistado se interese en las elecciones y, con ello, la transmisión de información referente a partidos, candidatos y preferencias electorales llega a casi todos los sectores de la sociedad. Como coloquialmente se dice: en estos tiempos, la gente desayuna, come y cena "grilla".
Sin embargo, la indefinición que impera en el ambiente político provoca que los chismes crezcan, se multipliquen y se corre el riesgo de que la confusión que esto provoca en el electorado resulte contraproducente para los interesados.
En este tenor, la coalición Va por Durango (PRI, PAN y PRD) sigue sin definir a su candidato a la gubernatura enredados en procesos internos para legitimar al elegido. Solo hay dos opciones: Héctor Flores o Esteban Villegas, no más. Los rumores emergen de ambos lados asegurando que "ya son" y que únicamente están esperando que pase el tiempo para que se confirme. No obstante, tanta habladuría debilita la imagen de un proyecto sólido y de unidad aunque se cansen de hablar de esta última en sus discursos.
La principal consecuencia es la contaminación de la convivencia social, es decir, priistas y panistas deben estar conscientes de que son los artífices del principal daño a la coalición que decidieron formar. Tanta desconfianza será difícil de superar cuando les toque trabajar de la mano.
Los rumores vienen motivados por prejuicios sociales y mentales, por descargas emocionales, por el miedo, la ansiedad, los estímulos ocultos y por el entorno. Cuando son demasiados, nos hacen llegar a la conspiración y con ella se provoca la desesperación y los tropiezos.
Por lo tanto, querido lector, nada está definido aún y hasta que transcurran los tiempos de precampaña establecidos sabremos quién será el abanderado para contender por el Gobierno del Estado contra Morena y sus aliados. De lo demás, no haga caso... son rumores, son rumores.
@eduardguezh