¡Si somos radicales!

Lejos de provocar escozor, las palabras pronunciadas hace unos días por el Presidente de la Republica en una de sus conferencias mañaneras, claro que nos debe invitar a la reflexión, pero también, es un llamado urgente e inaplazable a la acción inmediata. Desde Palacio Nacional, el primer mandatario fue contundente cuando ante los representantes de los medios que acuden al ejercicio informativo afirmó: “somos radicales, la palabra radical viene de raíz y nosotros queremos arrancar del país a los corruptos”. Para un puñado de opinadores, la manifestación hecha por el mandatario, encendió rápidamente sus alarmas y atizó como siempre el frenesí para que comenzara una serie de ataques sistemáticos a sus declaraciones.

Sin embargo no hubo eco contra las declaraciones del Presidente y por el contrario, muchas voces comenzaron a sumarse para respaldar su dicho. Y es que es un hecho que estamos ante la oportunidad histórica de que la voz de cada mexicano sea escuchada plenamente. ¿Cómo no ser radicales en un país infestado de una herencia maldita de corrupción, injusticia y hambre? ¿Por qué debiera parecernos exagerado el llamado a radicalizar nuestra postura al momento de exigir lo que a cada uno nos corresponde? Ante el inminente inicio de un nuevo proceso electoral, ¿debemos de creerle a nuestros verdugos que ahora si cambiaran para ser mejores?. Lamentablemente, abundarán los personajes que ya practican su mejor sonrisa para aliarse de quien sea necesario con tal de ganar simpatías. Renunciando sus principios y dogmas, se ofertaran con sus relucientes mascaras diciendo que ahora si están preocupados por aquellos que menos tienen. Sin embargo, ¿Por qué no hicieron lo que ahora tanto pregonan cuando tuvieron oportunidad?

Es por eso, que el llamado a la radicalización es más que necesario, como lo es tambiénla convocatoria a la inmediata definición de los principios y las ideas, “nada se logra con las medias tintas […] Ser de izquierda es anclarse en nuestros principios, no zigzaguear, no dar bandazos, es hablar y preocuparnos por los pobres. En un proceso de transformación hay que definirse. Fuera máscaras, ya no hay para dónde hacerse”–diría también el Presidente en aquella conferencia mañanera-.

Solamente radicalizándonos en nuestra postura y definición podremos aspirar a la justicia para los niños de la guardería ABC, para los estudiantes de Ayotzinapa, para los indígenas de Acteal, para los campesinos de Aguas Blancas. Esas masacres no deben quedar impunes. Por otra parte, este llamado a que seamos radicales debe servir para que la desigualdad social, la pobreza y el hambre que nos fueron heredadas a lo largo y ancho del territorio nacional sean erradicadas con acciones concretas más que con deslumbrantes palabras. En este país ya no cabe la simulación, ni la mentira y el Presidente nos ha dado un gran ejemplo, incluso pudiéramos ni siquiera simpatizar con él o con su gobierno, sin embargo espero, que no tardemos en darnos cuenta que está en nosotros el poder de transformar a México.