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SORBOS DE CAFÉ

Qué bueno que no moriste

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Qué bueno que no moriste

Qué bueno que no moriste

MARCO LUKE

Qué bueno que no moriste.

Imagina el sufrimiento enquistado en mi alma para siempre causado por tu ausencia, por los recuerdos torturando mi habitación vacía.

Sería insoportable cada segundo del resto de mis días, y cada día caería preso de la eternidad, condenándome a un averno de la soledad, de la desdicha de haber perdido al amor de mi vida.

Que bueno que no moriste.

Tengo que agradecerle al destino la oportunidad de saberte aún con vida, al universo por evitar el desequilibrio irreversible que hubiera significado tu partida.

Por supuesto, muchos preguntarán si es necesario ser agradecido con Dios quién ha postergado tu último suspiro, pero es un secreto entre él y yo lo que verdaderamente le pedí en tantas noches de mi agónica decepción.

Qué bueno que no moriste.

De haberlo hecho, mis rodillas jamás se hubieran despegado del reclinatorio frente a tu fotografía, en ese altar donde te tuve por años.

Estaría equivocadamente rezándole a una santa fabricada con mentiras, mentiras que te hubieras llevado a la tumba.

Mis manos entrelazadas, sosteniendo un rosario hilado con cuentas de tus besos lejanos, se encarnaría en mi piel de tanto rezarte, de tanto extrañarte.

Por fortuna, antes de construir ese reclinatorio y montar tu imagen en un pedestal inalcanzable, conseguí percatarme de que eras una simple mortal.

Qué bueno que no moriste.

Me hubiera convertido en un misionero de tu palabra, y estaría vagando por el mundo predicando una verdad que sólo yo creía.

El planeta entero estaría viendo con lástima cómo desperdiciaría mi vida enalteciendo a un fraude vestida de santa.

Qué bueno que no moriste.

El efecto hubiera sido devastador.

Sin saber, estaría soportando la hipocresía dándome el pésame de aquellos que obtuvieron tus besos a costa de la confianza que te brindaba, mientras que yo, viendo el féretro descender, nunca vería la risa contenida en sus labios.

Tantos "lo siento", dichos por las bocas de quienes en vida, alimentaron tu vanidad con la lujuria escrita en mensajes que no supiste ocultar, pero que yo quise nunca ver.

Un acto fúnebre enmarcado por un dolor ausente. Es obvio, pero hasta ahora lo comprendo; si no les dolía el dolor causado por una traición en complicidad, mucho menos el dolor de quien sabe amar con el corazón.

Qué bueno que no moriste.

Porque, indiscutiblemente, mi vida se evaporaría frente a tu tumba, cumpliendo el juramento de amarte por toda la eternidad.

Estaría secándome gota a gota, hacinando penitencias y pagando así cualquier deuda de mi espíritu con la promesa de que, al morir, llegaría a un cielo donde estaba seguro que me esperarías tú.

Qué bueno que no moriste, porque alguien que se atreve sin el menor remordimiento a hundirme en el peor de los infiernos terrenales, está más cerca de la vileza que de la pureza del amor verdadero.

Qué bueno. Así, me he librado de estar enamorado para siempre de una traición encarnada en una mujer.

Sigues con vida y eso es lo mejor que me ha pasado, porque tengo otra oportunidad de encontrar el amor, en lugar de gastarlo en flores para un cuerpo que aún se masturba a petición de cualquiera que te lo pregunte.

Qué bueno que no moriste... y que descanse en paz el amor que sentía por ti.

Escrito en: Sorbos de café bueno, amor, dolor, estaría

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