Mímesis y conocimiento (cuarta parte y final)
La manera en que el cubismo analítico sintetizaba la experiencia espacio - tiempo dentro del plano bidimensional tiene su origen en una observación minuciosa del objeto; contrariamente a lo que se piensa, el cubismo no renuncia a la mímesis, de hecho, su método es el de un análisis formal previo del motivo desde sus diferentes ángulos para, posteriormente, "ensamblarlos" en el plano pictórico; dicha incorporación es organizada, es decir, encuentra relaciones de armonía compositiva en donde, incluso, se disminuye intencionalmente la participación cromática limitando la paleta a unos cuantos colores: grises, tierras y ocres con el fin de favorecer una mejor integración del conjunto confiriéndole, por así decirlo, un cierto carácter gráfico, favoreciendo los elementos constructivos.
La odisea cubista tiene, como bien sabemos, una de sus principales inspiraciones en la obra de Cézanne, el compromiso asumido por este artista francés en su exploración visual de la realidad es considerada el inicio de una revolución artística tan influyente como aquella iniciada en el renacimiento con la perspectiva.
La búsqueda de un arte que recuperara los valores de solidez y estructura de la tradición pictórica para incorporarlos a los descubrimientos y propuestas impresionistas sobre la luz lo llevarían a manifestar: "convertir al impresionismo en algo más sólido y duradero, como el arte de los museos". La mímesis en Cézanne es una herramienta fundamental de creación, no solo de imitación; Recordando a la crítica de arte Bárbara Rose, la pregunta que parece hacerse el artista es: "¿esto es lo que veo?", en lugar de una afirmación, como lo hicieran los antiguos maestros: "Esto es lo que veo". Un cambio de actitud frente al objeto, un examen de la percepción donde los lineamientos de la perspectiva renacentista se verán superados posteriormente por una visión simultánea de la realidad; lo anterior evidenciaba un hecho hasta entonces pasado por alto: lo que vemos frente a nosotros no es lo real, sino solo una parte, o como dirá Will Gompertz (1965): "Se dio cuenta hace ciento treinta años que ver no es creer, sino someter a juicio". Semejante intuición filosófica vincula el final de la Ilustración y la era de la razón con el modernismo del siglo XX ...".
La actitud experimental surgida de tales planteamientos estéticos a partir de la reflexión sobre el acto mimético detonó un proceso continuo de variaciones de la forma que habría de culminar con el advenimiento del arte abstracto, con todo lo que ello implicaría después.
Las intuiciones sobre la manera en que es percibida la realidad desde lo visual no solo abrió la puerta a la experimentación como carácter necesario de lo artístico sino que, incluso, facilitó el surgimiento de nuevos códigos visuales aplicables a la tecnología proporcionándole lenguajes eficientes para la transmisión de información, prueba de ello es el diseño de plataformas digitales, procesadores de imágenes y texto, así como avanzados formatos aplicados a los displays que permiten la ejecución de multiplicidad de tareas de manera simultánea, tanto en ordenadores fijos como portátiles.
Concluimos que la mímesis como herramienta de conocimiento trasciende la definición del arte como una expresión de la emocionalidad sobre cualquier otra cualidad, tal definición proviene de una interpretación incorrecta, originada por un prejuicio cultural e histórico. Por su función descriptiva de la realidad objetiva, el ejercicio de la actividad mimética en el arte contribuye a desarrollar una conciencia sobre la estructura que subyace en los objetos y su naturaleza gracias a su método de observación y reconocimiento formal que inspecciona las relaciones entre las partes de un todo y, al mismo tiempo, posibilita la reconfiguración de la realidad con el propósito de encontrar, desde la experiencia estética, una comprensión más clara del mundo y del hombre mismo, de su respectiva interacción y de todo aquello que, afortunadamente, queda por descubrir.