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Huitzilopochtli y arquetipos del poder

Metáfora ciudadana

LUIS ALBERTO V?ZQUEZ

 T Odas las mitologías poseen avatares que hubieron de combatir con grandes enemigos antes de encabezar los panteones clásicos; eso genera "arquetipos" o modelos originales que, prácticamente muertos, enfrentaron grandes enemigos que solamente soñaban con aniquilarlos y que contaban con socios o cómplices poderosos. Ellos superaron todas las adversidades y quedaron por siglos al frente de sus pueblos transformándolos en grandes potencias.

El siquiatra suizo C.G. Jung creó una psicología social en la que destaca 12 arquetipos. Ante la transformación radical de varias naciones latinoamericanas que han soltado las amarras coloniales que por siglos les ataron a Norteamèrica y a Europa; transformándose recientemente en forjadoras de su propio destino: "Yo no soy lo que me sucedió. Yo soy lo que elegí ser" escribió Jung y destaco dos de esos paradigmas y un ejemplo de surgimiento mitológico mesoamericano.

"El Héroe", arquetipo de quienes se esfuerzan en ser fuertes y su objetivo es ayudar y proteger a los débiles. Pueden sentir que tienen un destino que deben cumplir. Son valientes en su búsqueda de justicia e igualdad y enfrentarán incluso a las fuerzas más poderosas.

"El Rebelde" aquellos que al ver algo en el mundo que no funciona, intentan cambiarlo; les gusta hacer las cosas de manera diferente. Suelen abandonar algunas tradiciones solo por un ansia de reforma. Son carismáticos y animan fácilmente a otros a seguirlos en su búsqueda transformadora; su debilidad es llevar su rebelión demasiado lejos y obsesionarse con ella; su talento consiste en tener ideas grandes que inspiran a otros a unírseles, pero indignan a los mediocres que quieren conservar todo como está.

Ejemplo en mitología Náhuat: "El nacimiento de Huitzilopochtli". La horripilantemente bella Coatlicue quedó embarazada al encontrarse un adorno de plumas que cayó del cielo y ella guardo bajo su huipil mientras limpiaba Coatepec haciendo penitencia. Al terminar buscó las plumas que habían desaparecido quedando ella preñada. Sus hijos, al notar tal embarazo y presuponiendo una transformación en su cosmovisión, decidieron ejecutar aquel engendro al nacer para ocultar "supuesta" deshonra. Coyolxauhqui (la Luna) y sus hermanos los 400 Centzonhuitznahua, prepararon la ejecución de su madre y del producto de su gestación.

Huitzilopochtli nació amenazado de muerte; al emerger tomó la mítica arma Xiuhcóatl (serpiente de fuego) entre sus manos, venció y mató fácilmente a Coyolxauhqui desmembrándola al arrojarla por las laderas de la montaña mitológica; luego tomó su cabeza y la arrojó al cielo, con lo que se convirtió en la Luna en tanto que persiguió y mató a la mayoría de los surianos, convirtiéndolos en estrellas meridionales.

El origen del mito busca explicar que Coyolxauhqui dirigió patronalmente a sus hermanos, los 400 surianos, quienes por muchos años habían sido los únicos que alumbraban el firmamento y no aceptaban que ahora llegara el sol a opacarlos. Los agoreros y brujos que habían recibido de Coyolxauhqui privilegios y prebendas por su complicidad, en su infinita desesperación maldijeron a Coatlicue y al hijo que esperaba; buscaban destruirlos porque su llegada transformaría todo el panteón mexica y cambiaría radicalmente el sistema mitológico de Mesoamérica; ellos también sufrirían ya que jamás volverían a recibir fastuosos obsequios de la corrupta mitología anterior; toda la fortuna mal ganada bajo aquel sistema, ahora sería utilizado para beneficiar al "Pueblo del Sol" y los teuc tlamacazqui gozosos escribirían en códices de mate o de piedra la gloria del nuevo dios: Huitzilopochtli. Desde entonces los Tlatoanis mexicas fortalecían a la deidad solar con la ejecución de cautivos guerreros enemigos sobre la cima del Templo Mayor con lo cual lograría alimentar la vida infinita de astro solar.

El furor y odio irascible de Coyolxauhqui y sus hermanos fueron tan intensos e inmensos que creyeron que con falacias y calumnias hacía su madre y hermano y el apoyo de sus marakames (árbitros curanderos) iban a triunfar; buscaron en naciones extranjeras apoyo como de los Uemas y Quinametzin (gigantes); pero todo resultó en vano. El triunfo del pueblo mexica fue gracias a su determinación de ser ellos quienes se gobernasen a sí mismos encabezados por sus "Héroes Rebeldes": Tenoch; Acamapichtli; Chimalpopoca y Moctezuma Ilhuicamina quienes transformaron un pueblo semisalvaje en la más grandiosa civilización de Mesoamérica.

Escrito en: Coyolxauhqui, quienes, grandes, habían

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