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San Jorge y el alacrán

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LILIANA SALOMÓN MERAZ

Cada 23 de abril, día de San Jorge, la ciudad de Durango celebra a su patrono. La devoción data desde 1749, cuando el Obispo Pedro Anselmo de Sánchez de Tagle, número 15 de Durango, ordena labrar la imagen del santo en madera estofada.

También hace el nombramiento ante la desesperación de la gente por el alto índice de picaduras de alacrán, ya que en esa época no existía remedio alguno para revertir ese veneno, y un importante porcentaje de la población moría a consecuencia del piquete.

Quienes acuden a celebrar a San Jorge a la Catedral, lo hacen a temprana hora, con flores y quizá hasta una veladora y medalla en mano. Sus devotos le rezan, y le piden algún favor:

Esto, debido a que quienes acuden a visitarlo, es para solicitarle su cuidado y protección contra los alacranes, sobre todo para los niños.

Antes de la llegada del suero antialacránico, el Ayuntamiento ofrecía recompensa por el exterminio de estos bichos. Nada menos, en 1875 promovió la persecución de alacranes y se ofreció a pagar medio real por cada docena de ellos, siempre que se mataran en presencia del Síndico Procurador, a la vez que fijó a cada vecino, para solventar los gastos respectivos, contribuciones de 2, 4 y 8 reales al mes. Durante los años de 1905, 1906 y 1907, las muertes por picaduras de alacrán en la ciudad fueron de 26, 45 y 48 personas, respectivamente.

Para 1925, el médico durangueño Carlos León de la Peña (1890 - 1947), también investigador y farmacéutico, ayudado por el Doctor Isauro Venzor (1888 - 1944), consiguió la preparación de un antídoto. Este suero logró neutralizar ocho ponzoñas por centímetro cúbico, y en la actualidad, sigue vigente. Los nombres de estos dos personajes han sido reconocidos en Durango: del primero, el Centro de Salud número 1, lleva su nombre, y del segundo, una calle ubicada en el centro histórico de la ciudad.

Después de tanta preocupación y dolor para los duranguenses, y ya con el antídoto al servicio de la comunidad, para el año 1931 los periódicos locales como "El Diario de Durango" al fin anunciaban que ya no había nadie que muriera por piquete de alacrán.

No obstante, la devoción a San Jorge siguió, quizá ya no como antaño, porque a diferencia de siglos pasados los alacranes también han ido desapareciendo, y muchos de quienes habitamos en la ciudad los conocemos sólo a través de llaveros, postales, playeras, ceniceros, mezcal, paletas, últimamente hasta tacos y toda clase de objetos que se venden principalmente en el Mercado Gómez Palacio.

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