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La tragedia de Debanhi

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La tragedia de Debanhi

La tragedia de Debanhi

ENRIQUE IRAZOQUI

Parece que finalmente en Nuevo León fue hallado el cuerpo de Debanhi Susana Escobar Bazaldua, la joven estudiante de 18 años que desapareció el pasado 9 del presente mes tras salir de una fiesta.

La Fiscalía del Estado montó un operativo alrededor del hotel Nueva Castilla, ubicado en la propia entidad federativa y la información disponible señala que un cadáver fue encontrado en un terreno aledaño dentro de una cisterna, lo que ocasionó complicaciones materiales para poder rescatar el cuerpo. Horas más tarde, se dio a conocer que la vestimenta de la persona difunta coincide con la misma que portaba la joven el día de su desaparición.

A la hora de escribir estas líneas no existe confirmación oficial de que la muchacha de fatal destino haya sido finalmente encontrada, pero parece irremediable que su vida haya sido truncada apenas cuando había alcanzado la mayoría de edad.

Dando por sentado que nada puede resarcir el daño irreparable que se le ha infligido a la propia señorita Escobar y ahora a sus deudos, es importante como sociedad no dejar pasar la noticia como una muerte más producto de la violencia endémica en la sociedad mexicana. El asesinato de Debanhi no puede ser observado como una cifra más que viene a engrosar las estadísticas de los homicidios que se cometen en México. Cualquier asesinato es condenable sin cortapisa alguna, pero en el caso particular de Debanhi (como de muchas mujeres que ha corrido la misma suerte que Escobar o peor aún, que presumible su muerte sus restos nunca son encontrados perpetuando la angustia y dolor entres su respectiva deuda) no puede dejar de atenderse desde distintas perspectivas.

Por supuesto que la primera de ellas es la penal. Por el bien de todos se debe esperar que las autoridades den con el paradero del responsable o responsables de este abominable crimen. Es menester que haya un acto de justicia, pero el asunto tiene que dar para más. Por más que se diga en distintos foros y escenarios, manifestaciones (algunas reprobables, pero hasta cierto punto necesarias) que se debe poner un alto ante la violencia de género, está claro que no se han logrado avances sustantivos. La monstruosidad que sufrió Debanhi es apenas un desconsolante ejemplo de que no hemos podido detener este flagelo en México.

Apenas un par de días, a nivel de rumor escuchó que una joven de edad parecida a la de Debanhi Susana tomó un servicio de transporte mediante plataforma digital (como Uber o Didi); el chofer, según el rumor, toma rutas no convencionales hacia el punto de destino que la pasajera había señalado en su aplicación. Cuando el conductor enfila su vehículo rumbo a Matamoros, este es cuestionado por la contratante que ya para entonces sufría pánico por lo que estaba sucediendo y decide presionar el botón de emergencia que tienen las aplicaciones para situaciones como estas. Además, la aterrorizada pasajera envía mensajes de auxilio a sus familiares en tanto el chófer le dice que alguien los viene siguiendo y no puede detener la marcha de su vehículo, mientras la ruta se hace cada vez más extraña, por caminos no pavimentados, aunque siempre a velocidad considerable. El diálogo continúa entre la asustada joven que le pide al hombre al volante que la deje en cualquier lugar obteniendo como respuesta de este que le es imposible puesto que son objeto de persecución. Al final ya por rumbos del Territorio Santos Modelo el carro se detiene y el chofer le dice que a la mujer que desciende aceleradamente, que apenas si tiene tiempo de ello pues no quiere ser alcanzado por sus supuestos perseguidores. Hasta aquí parece que termina la historia por fortuna, pero no deja de asustar pensar que pudo haber sido otro el resultado.

Lo que queda claro es que las mujeres en nuestro país están en riesgo y es momento de que ya se tomen medidas drásticas para cambiar la tendencia. Está claro lo penal, pero debe profundizar desde el punto de vista del derecho administrativo, laboral y hasta lograr el escarnio social, a toda aquella forma de violencia o incluso acoso a la mujer. Todo aquel que bajo cualquier circunstancia ose siquiera a nivel de chascarrillo siquiera vilipendiar a las féminas debe ser condenado.

La tragedia de Debanhi no puede ser solo una más. Sin nada que compense su pérdida, al menos que sea un punto de inflexión para que a muchas potenciales futuras víctimas dejen de serlo ante la certeza de quien se atreva a agredir, sabrá que obtendrá expedito escarnio. Ojalá.

Escrito en: No hagas cosas buenas... Debanhi, punto, debe, joven

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