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JULIO FAESLER CARLISLE

El nuevo Tzompantli

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JULIO FAESLER CARLISLE

El presidente López Obrador calificó de traidores a la patria a los 223 diputados que no votaron en favor de su iniciativa de constitucionalizar la Ley de Electrificación. Burlón y con desprecio dijo ya sufrirán las consecuencias. Algunos morenistas reparten fotografías de los infamados legisladores que serían adosados a un nuevo Tzompanli. Eso merecen los que no apoyaron a la 4 T.

La caída de AMLO que comenzó cuando el pasado diciembre llenó el Zócalo continua. Desde entonces el ambiente se ha crispado e ideologizado como lo observó Enrique Quintana en el Financiero y AMLO irritado pierde serenidad. Las mayorías desconcertadas cobran aliento en las elucubraciones del presidente y sus ya fastidiosas acusaciones a sus adversarios o antecesores culpables de todo los males de México.

Antier le escuchamos hablar de la siembra de mil millones de árboles sin mencionar los miles que han sido devastados. También se congratuló de la independencia de gasolina cuando más del 70% de la que consumimos es de importación. De nuevo defendió uno por uno sus megaproyectos.

El Tren Maya le llevó más tiempo. Algunos tramos están trazados sobre la delgada capa quebradiza yucateca. Varios geólogos, matemáticos, ingenieros con alta calificación académica y experiencia en la región prevén inevitables desastres al colapsar cenotes al paso del ferrocarril en construcción. Si bien el complejo de ríos subterráneos y cenotes ha resistido por siglos lo cierto es que las vibraciones y el paso del tren puede precipitar una desgracia. El presidente dice que nadie se ha amparado para detener la obra. Se equivoca. No solo se trata de vecinos amenazados. El peligro consiste en los daños ecológicos y ambientales sin remedio en una vasta zona de interés humano, cultural y turístico..

Semejante al caso de las guarderías infantiles, o el de las escuelas de horarios recortados, no solo es el daño a individuos lo que está en juego. Son condiciones servicios nacionales y vida digna que tienen que ser protegidas. El número de amparos no refleja la magnitud de los problemas provocados por la ignorancia o la obcecación presidencial.

En sus tres años de gestión López Obrador ha perdido presencia y confiabilidad. Es claro su empeño en eliminar entidades democráticas para montar un régimen autoritario centrado en una omnímoda presidencia. El desacuerdo crece en todas las capas de la sociedad. Es un hecho. Está bien. ¿Qué que se hace, empero, con un dictador tropical que acapara el escenario, no deja espacio para el diálogo y, orgullosamente terco, se empeña en lanzarnos a todos al cáos de las arenas movedizas?

Las quejas son muchas. En medio de tanta confusión, genuina e inducida, lo importante es no perder la brújula. Cuando solo se sabe lo que se rechaza, la sociedad cae en manos del que sí tiene su meta personal precisada hasta al detalle diario más específico.

Tenemos mucha crítica pero insuficiente acción ciudadana. Las redes están repletas de inconformidades, denuncias, rumores, falsedades, acusaciones, réplicas y contrarreplicas. Tantas idas y venidas, tantas vueltas y revueltas.

Una comunicación siempre y consistentemente negativa no ayuda sino para exacerbar los ánimos y agudizar frustraciones. Ningún gobierno es perfecto. La crítica constructiva con propósito de unidad diametralmente opuesto al que caracteriza al gobierno de AMLO, es la energía más poderosa que ahora requerimos.

Todos, empezando por el propio presidente, estamos presenciando cómo se debilitan los proyectos icónicos. El crecimiento de problemas como el de la violencia sin control es resultado de la política de abrazos. La creciente pobreza del gobierno explica su incapacidad de instalar mecanismos que podrían apoyar una economía de producción más que de subsidios. Todos hemos observado la creciente influencia decisiva en decisiones públicas como en migración. Las realidades de la condición de miembro del T MEC está afectando la estamina de la Cuarta Transformación. Pero a casi a mediados del cuarto año de la administración actual no queda tiempo para estar hablando de cambios en las fórmulas o sistemas de gobierno.

Lo que queremos no debe definirse tanto en términos de lo que falta sino en lo que nos proponemos construir. Queremos una sociedad próspera y justa, de oportunidades para todos, de respeto a una propiedad privada con sentido social, de solidaridad con los necesitados. Todo ello en el contexto de instituciones que defiendan los valores y experiencias y cultura que nos identifiquen con una visión proyectada al futuro.

A este lapso que finaliza el sexenio corresponde una actitud cívica personal firme, no pusilánime, que sume los millones que queremos la verdadera transformación que desde antes de 2018 venía siendo urgente para poner a nuestras estructuras políticas económicas y sociales en consonancia con la acelerada marcha del mundo.

Son dos las tareas. La primera consiste en entender en toda su preocupante realidad la brecha que se abre entre lo que AMLO prometió y no los hechos. Por encima de errores e incompetencia en la ejecución es evidente que la 4 T cayó en la corrupción usual.

La segunda tarea es construir desde ahora los cimientos de una administración honrada y sólida para el sexenio que inicia en 2024. Hay que construir alianzas desde ahora la administración del sexenio 2024, ya no es pasiva sino consiste en dar desde ahora los siguiente pasos:

A seguir fortaleciendo la alianza política en las dos cámaras legislativas para evitar la aprobación de nuevas piezas destructivas. Hay que multiplicar relaciones y asociaciones cívicas en áreas específicas que hay que proteger y fomentar. Es importante la membresía en asociaciones cívicas y la afiliación a partidos que tengan agendas que fortalezcan la producción y empleo nacionales.

Afortunadamente la sensata abstención cívica de costoso ejercicio de Revocación de Mandato y la forma en que la alianza de PAN, PRI, PRD y MC dentro de la Cámara de Diputados está frenando los proyectos antidemocráticos de AMLO comienza a dar frutos. Una acción cívica que deje atrás su pasividad respaldará el liderazgo que podrían dar dichos elementos progresistas.

Una vez más, como en coyunturas anteriores igualmente difíciles, la acción cívica es clave de soluciones y progreso. No hay "últimas oportunidades". Siempre habrá otras, pero nos corresponde la actual. En ella como la que se ofrece en otras regiones del mundo, reside decidir entre los sistemas de democracia como esquemas de libertad individual o los que encumbran a un individuo concentrando en él todo el poder. A nosotros nos queda la decisión.

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Escrito en: JULIO FAESLER CARLISLE ahora, cívica, AMLO, presidente

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