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Yo río libre

Así tronó el campo en La Laguna

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Julio César Ramírez

El colapso del campo se produjo en 1989-90, pero al terminar el sexenio de Carlos Salinas de Gortari en el año '94, 19 cultivos agrícolas abatidos y una acelerada extinción de ejidatarios fue el saldo neoliberal en La Laguna, zona de las cuencas centrales del norte de México, el antiguo Reino del Algodón.

Más de la mitad de los 27 cultivos agrícolas de La Laguna -incluidos el algodón, el maíz y el frijol- no alcanzaron las metas oficiales de producción y resintieron severas pérdidas que impactaron de manera alarmante y negativa el ingreso económico de los ejidatarios y sus familias. En un detallado análisis, el agrónomo José Cruz Rodríguez Ríos señalaba que en 19 de los 27 cultivos, equivalentes al 70 por ciento, el rendimiento había decrecido sensiblemente y que contrario a las expectativas oficiales la producción de algodón, maíz grano, maíz forrajero, frijol, melón, sandía, tomate y trigo se encontraba deprimida.

La misma situación la resentían el cártamo, la avena forrajera, el zacate ballico y la zanahoria, así como el sorgo escobero, el sorgo grano, el zacate sudán y por último el pepino, el cacahuate, la vid y la palma datilera.

El también integrante del entonces Centro de Investigadores y Graduados Agropecuarios, CIGA, refería que en contraparte sólo 8 de los 27 cultivos, equivalentes al 30 por ciento, presentaban utilidades. Eran la alfalfa, el nogal, el alpiste, la cebolla, la lechuga, el repollo, el sorgo forrajero y el chile.

Al señalar las causas inmediatas, Rodríguez explicaba que los paquetes correspondientes a cada cultivo no eran los más adecuados, que la validación y difusión de esos paquetes tecnológicos no se llevó de manera correcta, que la aplicación de los paquetes no se realizó en forma conveniente por los productores y que la política de precios y subsidios a los productos agrícolas por parte del gobierno federal fue inadecuada.

Explicaba que entre las respuestas de las instituciones de gobierno a la crisis agropecuaria estaban la compactación de áreas de producción, la asociación con particulares, los subsidios a la producción, la reconversión productiva regional y mejores paquetes tecnológicos.

Sin embargo, tales iniciativas se orientaban básicamente a la esfera de la producción y resultaban parciales e incapaces de dar respuesta adecuada a un problema de distribución de recursos como era el minifundio.

Lo anterior demostraba que el proyecto de reconversión productiva en el sector agrícola impulsado en La Laguna a través, en aquel tiempo, de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH), no había tenido impacto relevante para elevar el nivel de vida de los ejidatarios y sus familias.

Concluía que los rendimientos unitarios de la mayoría de los cultivos laguneros se encontraban muy por debajo de los rendimientos potenciales; de manera tal que los productores rurales en la zona habían perdido de manera intermitente sus cosechas en los últimos diez años, de 1984 a 1994, tiempo de la instalación del neoliberalismo en México.

Lejos de reducirse se profundizaba la pobreza en el ejido lagunero, otrora protagonista del auge algodonero y ejemplo de lucha social.

El ejidatario iba poniendo el candado al jacal y se decidía a volar cual golondrina en busca de nuevos horizontes, aunque más temprano que tarde se le vería deambulando solo o en parvada como extraño personaje por las calles de cualquier ciudad.

José Cruz Rodríguez subrayaba que a esas alturas del '94, el agricultor ejidal lagunero era ya una especie productiva en acelerada vía de extinción. Es muy lamentable -decía- porque el recurso humano debería ser el eje del desarrollo regional. Un ligero vistazo a las áreas rurales mostraba parcelas abandonadas, subutilizadas, arrendadas o en venta. La mayoría de los ejidos no tenía la posibilidad de ofrecer una vida digna a sus hombres y mujeres.

A las puertas de un nuevo sexenio federal, los productores ejidales de La Laguna eran incapaces de obtener ingresos mínimos a partir de su parcela. La mayor deficiencia se presentaba en la producción y en la cantidad y calidad de los recursos productivos de que disponía el agricultor.

En los últimos años el ingreso económico de los ejidatarios derivado de la agricultura era menor a un salario mínimo anual.

La pobreza rural tendía a ser más profunda. De los ocho cultivos que generaban utilidad siete producían ingresos menores a un salario mínimo anual, y del restante se obtenían recursos equivalentes a uno y 1.5 salarios mínimos.

Debido a la migración forzada por la pobreza, de 1980 a 1990 la población rural de La Laguna de Coahuila y Durango disminuyó 11 por ciento, de 355 mil 203 habitantes a 316 mil 655.

El amanecer en el campo lagunero se encontraba cercano, decía el nuevo presidente, Ernesto Zedillo, pero sólo para unos cuantos privados.

El "coyotaje" para el tráfico de aguas y tierras ejidales estaba en apogeo.

La SARH y el Banrural habían sido las peores plagas del campo lagunero.

@kardenche

Escrito en: Yo río libre Laguna, producción, manera, campo

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