Morena se debilita
El fracaso de AMLO y su grupo de legisladores en el rechazo a su iniciativa de reforma eléctrica en la Cámara de Diputados de hace unos días generó un impacto negativo en varios sentidos; uno de ellos sin duda es la "fortaleza" que presumían de cara a las elecciones del próximo 5 de junio en las cuales se renovarán seis gubernaturas: Tamaulipas, Quintana Roo, Oaxaca, Hidalgo, Aguascalientes y Durango.
En 2023 se jugarán los bastiones priistas: Estado de México y Coahuila; si Morena no logra los resultados previstos en este proceso, sus posibilidades para el 2023 se disminuirán aún más.
Ese "Goliat" electoral que se había apoderado del país en 2018 ha caído dos veces a la lona en el último mes: primero con la pobre participación en el ejercicio de la revocación de mandato y ahora en el debate y después en el rechazo de su reforma eléctrica. Ese sello de invencibilidad se ha roto para mostrar a Morena y sus aliados vulnerables. Además, esa debilidad no es exclusiva de los partidos políticos; Andrés Manuel López Obrador se ve frágil, confundido y se llevó el honor de ser el primer presidente que fracasó al intentar una reforma constitucional.
Las estructuras que ha construido a partir de los programas sociales no le están respondiendo como él creía. Por ejemplo, en Durango, es sabido que quien despacha en la delegación de la Secretaría de Bienestar no está respaldando el proyecto político de Morena rumbo a la sucesión gubernamental. Lo mismo sucede en la dirigencia del Movimiento de Regeneración Nacional, donde pareciera que están pensando en su permanencia hacía el 2024... por encima de lo que pudiera suceder este año.
Una de las lecciones más importantes que se pueden derivar del rechazo a la reforma constitucional en materia eléctrica planteada por el presidente López Obrador es que el balance de las fuerzas políticas en México cambia de manera radical cuando la oposición actúa como un sólo frente.
Y ojo, con esto no estoy diciendo que el PRI, PAN, PRD y MC sean la luz más esperanzadora para las y los mexicanos; simplemente me refiero a que el contrapeso que era necesario para que la democracia en que vivimos se hiciera presente ha dado señales de vida después de cuatro años de haber sido prácticamente borrados del mapa en la toma de decisiones.
AMLO obtuvo 30 millones de votos en las elecciones de 2018; en las de 2021 fueron casi 21 millones de votos para Morena y sus rémoras. En el proceso de revocación de mandato alcanzaron 15 millones de sufragios. En su discurso podrá decir misa, pero la realidad se le plantó en la cara. Morena se debilita.
No sé si esos 15 millones de electores son su piso o su techo; tampoco sé si son el mínimo de apoyo que tiene o el máximo que pudiese llegar a tener. Lo que queda claro es que dirán lo que tengan que decir para convencerse a sí mismos de que no fue un fracaso, aunque el resto de los mexicanos lo vimos. Ya no hay a quién convencer.
Hay una tesis que comparten algunos analistas nacionales sobre la movilidad de los electores: sostiene que en 2018 el voto adicional que hizo que Andrés Manuel llegara al poder provino del PRI, la estructura electoral más comercial del país. La tendencia es que regresen al lugar de donde vinieron, no por alguna razón en especial, sino sencillamente porque otros partidos como el PAN, MC y PVEM tienen su voto cautivo y hasta cierto punto "educado". El resto de las personas que votan, alrededor del 60 por ciento, están migrando de nueva cuenta al lugar "que los vio nacer".
Los incentivos para permanecer con el partido en el poder cada día se diluyen más, la transformación prometida no llegó, las victorias electorales siguen siendo compartidas entre una cúpula que sólo cambió de color. El ejercicio del poder desgasta y deja cabos sueltos, Morena se ha convertido en lo que juró destruir y corre el riesgo de desaparecer más pronto de lo que habíamos pensado. López Obrador no logró refrendar el apoyo que lo llevó a Palacio Nacional y es por eso que su partido, al parecer, pagará los platos rotos.
@eduardguezh