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El rencor que acompaña a López Obrador

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JORGE PÉREZ ARELLANO

En uno más de sus arrebatos matutinos, el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo oficial su intención de reemplazar al Instituto Nacional Electoral (INE). No resultó sorpresivo, pues desde hace tiempo lo había adelantado; sin embargo, esperó el momento exacto para lanzar su mensaje.

Su iniciativa se basa en dos argumentos que ha utilizado recurrentemente a lo largo de su Presidencia sin aportar pruebas, con guiones basados en sus dichos: el presunto ahorro de dinero y combatir la corrupción para evitar "fraudes electorales".

"Nosotros venimos de una lucha por la democracia, y hemos padecido durante años de fraudes electorales, de imposiciones, somos víctimas de la antidemocracia, del fraude, llegamos a la Presidencia por voluntad del pueblo", dijo al intentar justificar.

López Obrador volvió a insistir que en 2006, cuando perdió la elección presidencial ante Felipe Calderón, fue porque se "la robaron". El rencor lo acompaña desde ese día, victimizándose, creyendo que los órganos autónomos están en su contra. "Al diablo con sus instituciones", lanzado en aquella toma del Paseo de la Reforma, es la frase que mejor describe lo que cree AMLO respecto a quien no comulga con sus ideas.

El Presidente ha iniciado una nueva campaña de descalificación y de linchamiento en contra de los actuales consejeros del INE y de los organismos electorales locales, esos que tanto trabajo, tiempo y dinero le costaron a los mexicanos para implementar una democracia ejemplar que antes era controlada por los operadores del Gobierno Federal, cuando había "caída del sistema" y que hoy gobiernan con él y le susurran al oído.

Si en verdad AMLO quisiera quitarle recursos a los partidos, disminuir el número de legisladores federales, eliminar a los plurinominales, o redefinir la propaganda gubernamental en tiempos de campañas, desde hace mucho que lo hubiera hecho. Siempre ha tenido mayoría legislativa, pero no, ese no es el objetivo, y él lo sabe.

El principal objetivo es seguir difamando al Instituto Nacional Electoral, sobre todo después de los constantes reveses que ha sufrido su "proyecto de transformación", ese que pretende estar por encima de la ley, ese que se basa en lo que el "predicador" (como él mismo se definió) piensa, hace y dice.

La innecesaria revocación de mandato y la reforma energética fueron dos derrotas morales que calaron duro en el ego del Presidente. Alguien que presume su "aprobación mundial" en cada oportunidad a pesar de que el país está en llamas no puede negar que el desaire a sus caprichos le afectan. Así lo ha demostrado.

Hablar de fraudes electorales en la historia reciente de este país es mentir. No hay indicios; es más, ni siquiera reclamos basados en este argumento. El último en utilizar ese pretexto luego de perder una elección fue precisamente él, en 2006. Quienes han querido insinuar un fraude tras una jornada electoral han sido escuchados por el árbitro, por los órganos locales, por los tribunales especializados y hasta por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y donde ha habido indicios de malas prácticas o violaciones a la ley, han sido obligados a repetir una jornada completa. ¿Dónde está la impunidad?

Resulta irrisorio que un político que llegó a la Presidencia de la República tras una jornada electoral ejemplar, bien organizada, sin violencia y con una participación ciudadana histórica, acuse al responsable de que todo saliera bien de cometer "fraudes electorales". Ilógico.

Lo que López Obrador no perdona es que el INE lo evidenciara públicamente por no respetar la ley durante la veda electoral, de no arrodillarse ante el Presidente con su caprichosa revocación de mandato y, sobre todo, no perdona a los legisladores de oposición que le propinaron su derrota moral más dolorosa en lo que va del sexenio al desechar su famosa "Ley Bartlett".

El rencor que acompaña a López Obrador es una carga muy pesada para alguien que dedicó gran parte de su vida intentando llegar al poder para "cambiar las cosas". Sin embargo, los únicos cambios que parece impulsar son en sentido contrario, a como se hacían antes, cuando se supone que estábamos peor... O usted, ¿qué opina?

Twitter: @jperezarellano

Escrito en: Sin Restricciones Obrador, López, Presidencia, jornada

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