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Urbe y Orbe

¿Estamos más cerca de una guerra nuclear?

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¿Estamos más cerca de una guerra nuclear?

¿Estamos más cerca de una guerra nuclear?

ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

A nadie le gusta hablar de amenaza nuclear. O, al menos, nadie reconoce que le gusta hacerlo. Pero desde que existen las armas atómicas y fueron utilizadas contra población civil en 1945, es necesario hablar del tema. Con mayor razón en un momento en el que se libra una guerra que involucra directamente a una potencia nuclear de primer orden e, indirectamente, a otra potencia nuclear del mismo calibre. Aún más tiene sentido hacerlo cuando una de esas potencias hace alusión a la posibilidad de usar dichas armas. En la discusión sobre la amenaza nuclear hay posturas encontradas muy bien definidas. Están quienes minimizan el riesgo de un conflicto nuclear bajo la premisa de que ninguna potencia se atreverá a arrojar la primera bomba por temor a la destrucción mutua asegurada. Básicamente este fue el principio que privó durante la Guerra Fría. Dentro de esta lógica, usada por la retórica política de las potencias nucleares, la disuasión es el único objetivo de la posesión y el despliegue del arsenal atómico. Y están quienes consideran que el riesgo de un conflicto nuclear es real. No obstante, aquí se diferencian dos planteamientos: el de quienes asumen una posición catastrofista y, ante cualquier declaración sobre el posible uso de armas atómicas, anuncian el fin del mundo; y el de quienes, desde la ciencia y el análisis de la realidad política e histórica, advierten de las consecuencias de no fortalecer las estructuras internacionales de control y eliminación de armas nucleares, y de la posibilidad de que un error de cálculo en las valoraciones de los dirigentes de las potencias nucleares conduzca a una costosa tragedia.

La pregunta central a responder en el dilema nuclear hoy es ¿qué tan cerca estamos de una guerra nuclear? Para tratar de responderla, es necesario revisar no sólo las declaraciones de los dirigentes de las principales potencias nucleares, sino también su doctrina nuclear y la realidad actual del arsenal. Empecemos por este último. De acuerdo con el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, en 2021 las ojivas nucleares en el mundo sumaron un total de 13,080, y los nueve países con este tipo de armas son: Rusia (6,255), Estados Unidos (5,550), China (350), Francia (290), Reino Unido (225), Pakistán (165), India (156), Israel (90) y Corea del Norte (entre 40 y 50). Del total de ojivas registradas, 3,825 se encontraban desplegadas, 105 más que en 2020. Además del despliegue, es importante considerar su potencia y la capacidad de lanzamiento. Mientras que las bombas usadas en Hiroshima y Nagasaki no superaban una potencia medida en kilotones (1 kilotón, mil toneladas de TNT), las de hoy se miden en megatones (1 megatón, 1 millón de toneladas de TNT). Las armas atómicas pueden ser lanzadas desde tierra (silos), aire (bombarderos) o mar (submarinos), y actualmente sólo tres países cuentan oficialmente con la tríada nuclear: EUA, Rusia y China, quienes han ido modernizando sus arsenales dentro de una velada carrera armamentista nuclear. La principal innovación está en la propulsión de los misiles balísticos para aumentar su velocidad y disminuir la posibilidad de detección. Se trata de misiles hipersónicos, es decir, que pueden viajar varias veces más rápido que el sonido y alcanzar un objetivo al otro lado del mundo en minutos sin que el enemigo pueda detectarlos a tiempo.

Un aspecto básico de la doctrina nuclear de los países es la consideración de armas tácticas y estratégicas. Un arma nuclear táctica es aquella que se puede usar en el campo de batalla contra blancos específicos, por lo que tiene un alcance corto y una potencia "baja". Un arma estratégica está diseñada para atacar objetivos estratégicos militares o civiles de largo alcance, por lo que normalmente cuentan con una potencia mayor. La doctrina marca el criterio y la pauta de cada fuerza armada para utilizar un arma nuclear dependiendo de la circunstancia. Tanto EUA como Rusia han ido modificando sus doctrinas nucleares mientras aumentan el despliegue y sofisticación de sus armas. Esta realidad ha ido acompañada de la desintegración gradual de la estructura de tratados internacionales para la no proliferación de armas atómicas firmados al término de la Guerra Fría. El argumento de Rusia para mejorar su capacidad nuclear ha sido que EUA ha desplegado un sistema de defensa antimisiles global para, posteriormente, cercarla con armas ofensivas. Por su parte, Washington ha interpretado la nueva doctrina nuclear de Moscú en el sentido de que su rival podría usar armas nucleares de forma disuasiva o, incluso, para vencer rápidamente en una guerra, y ha ajustado también su doctrina para flexibilizar las causas que podrían derivar en un ataque atómico. Hay una dinámica en la que reina la ambigüedad sobre lo que cada potencia considera una amenaza estructural o existencial, la cual ya no contempla de forma exclusiva un posible ataque nuclear, sino también ataques convencionales. En ese contexto, el gobierno de Rusia ha manejado un doble discurso respecto a la posibilidad de usar armas nucleares dentro del conflicto con Ucrania: por una parte, se adhiere a la postura de que una guerra atómica es indeseable y que nadie la busca, pero, por la otra, lanza amenazas implícitas, como responder de manera fulminante a cualquier agresión o probar nuevos misiles hipersónicos, cosa que, por cierto, también ha hecho EUA.

Lo cierto es que, si la OTAN y EUA no han intervenido de forma directa en la guerra de Ucrania, es decir, no han enviado tropas ni atacado a las fuerzas rusas, es porque temen que el conflicto escale y que la tentación de Rusia de usar armas nucleares pase de ser posible a ser probable. Queda claro también que para Moscú la amenaza nuclear es una carta a jugar para disuadir de una acción mayor y más directa de Occidente, posicionando la idea de que posee el arsenal nuclear más sofisticado del mundo. Y esto último no sólo los rusos lo creen. Sin embargo, entre la posibilidad de usar un arma nuclear táctica contra Ucrania y la de utilizar un arma nuclear estratégica contra EUA, la opinión de algunos científicos se decanta por darle mayor credibilidad a la primera, con lo que Rusia buscaría doblar a Kiev de una vez por todas, y mandar un mensaje al mundo, tal como lo hizo EUA en 1945. Sobre este punto, hay que recordar que previo a los ataques atómicos de Hiroshima y Nagasaki, Washington destrozó Tokio con bombardeos sistemáticos convencionales, tal como lo está haciendo Moscú con varias ciudades ucranianas. Siegfried Hecker, uno de los especialistas más reconocidos en seguridad nuclear en el mundo, declaró en días recientes: "realmente no sé si Putin va a usar armas nucleares en Ucrania, aunque las posibilidades ciertamente son distintas de cero. Lo que sí sé es que Putin ha hecho estallar el orden nuclear mundial". El riesgo de una guerra nuclear hoy es mayor que en 2021.

@Artgonzaga

Urbeyorbe.com

Escrito en: Urbe y orbe nuclear, armas, potencia, nucleares

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