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Homo Aestheticus

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CARLOS CÁRDENAS

No se puede entender totalmente al ser humano sin sus creaciones artísticas, la existencia de cada una de ellas es testimonio evidente de una inclinación natural del hombre para realizar representaciones de sus experiencias espirituales a partir de su relación con las cosas del mundo. Si para que surja el conocimiento es necesaria la participación de la sensibilidad y el raciocinio, en la primera es donde inicia el proceso que llevará al entendimiento a la elaboración de un juicio. Lo anterior nos proporcionará conceptos sobre las cosas y nos permitirá desarrollar una inteligencia que nos permita conducirnos satisfactoriamente en la realidad.

La mayoría de los seres vivos logran procesar suficiente información para adaptarse a circunstancias diversas, sobre todo para la sobrevivencia, pero en el ser humano sucede que existen momentos en los que la finalidad práctica es dejada a un lado para asumir una actitud puramente contemplativa, sin más propósito, una finalidad sin fin, como afirmaría Immanuel Kant en su análisis del juicio del gusto estético. Tal contemplación supone estar en presencia de algo que, por sus características, mantiene a la persona en un estado intermedio entre la intuición y el entendimiento, donde la elaboración de concepto alguno (juicio lógico), resulta difícil y, en cierto sentido, innecesaria. Pero, tal posición, aunque aparentemente pasiva es, en realidad, dinámica; el sujeto, al contemplar inicia un proceso de interpretación que lo llevará, en caso de manifestar inclinación artística, a una interpretación y recreación de lo contemplado a partir de la forma e intensidad de los sentimientos suscitados por el objeto; lo anterior significaría, por tanto, que quien no pasa por la actitud contemplativa no puede llegar a una posición estética y, por consiguiente, a un ejercicio artístico.

Las impresiones provocadas por el objeto, ya sea natural o artístico, tendrán una repercusión en el espíritu que le impele a encontrar un sentido trascendente ante algo que, en muchas ocasiones, no sabe cómo explicar pero que intuye encierra un particular misterio y que es origen de la belleza que provoca nuestro asombro, aquello que, finalmente, nos produce gozo y placer. Si bien en algunas especies de animales se observa la manifestación placentera ante determinados fenómenos naturales y artísticos, por ejemplo, la música, es en el ser humano donde tal experiencia se extiende a la creatividad produciendo variadas expresiones artísticas que revisten de sentido trascendente la existencia a través de recursos simbólicos como formas, colores y sonidos.

La posición estética es, en conclusión, esa amorosa actitud contemplativa hacia el cosmos que permite el acceso a realidades que rebasan lo sensible, sugeridas por la naturaleza y solo, humanamente, reveladas por el espíritu a través del arte. Sin duda alguna, un privilegio único de nuestra especie.

Escrito en: GALERÍA SEISDIECIOCHO humano, actitud, que,, proceso

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