Editoriales

Urbe y Orbe

Dos órdenes de propaganda con papas

Urbe y orbe

Dos órdenes de propaganda con papas

Dos órdenes de propaganda con papas

ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

La llamada era de la información no sólo no ha terminado con la propaganda, sino que le ha dado nuevos aires. La internet es el nuevo campo de batalla de los apologistas y replicadores de verdades a medias y mentiras completas con una posibilidad de difusión y distorsión sin precedentes. Sobre un conflicto con dos bandos enfrentados, en el ciberespacio predominan las versiones de cada uno de los beligerantes. No obstante, hay veces que la censura o la cancelación impiden que se difunda de la misma manera una de las corrientes de opinión. Entonces, la batalla ideológica se vuelve asimétrica, dependiendo del lugar en el que se esté o de la plataforma que se utilice. Es lo que está ocurriendo con la guerra en Ucrania. Cada bando posiciona su verdad y trata de socavar la del otro, desde el origen del conflicto hasta la forma en la que se lleva a cabo y los daños que se infligen. Es la batalla por el dominio de las mentes. Rusia ha desplegado todo su aparato de propaganda de la misma forma que Ucrania lo está haciendo. Países no alineados con Estados Unidos conceden credibilidad a los argumentos de Moscú y los replican en mayor o menor medida. Por su parte, Occidente y estados afines a su visión alimentan y refuerzan las posturas de Kiev. El resto se adhiere a alguna de las dos corrientes de opinión sin reparar en que se trata de propaganda pura y dura.

Según la versión rusa, la intervención militar en Ucrania era necesaria para frenar la expansión de la OTAN hacia sus fronteras, desnazificar el vecino país y liberar a la región separatista del Donbás. Hay algo de verdad en esto, pero no todo es verdad. Veamos. Llamar intervención militar a una guerra en forma es usar un eufemismo como los utilizados por EUA cuando invadió Irak y Afganistán. Entonces Washington hablaba de operaciones estratégicas, incursiones, ataques quirúrgicos. Formas sutiles de decir guerra. En cuanto a la OTAN, la alianza militar de Occidente, es cierto que desde que cayó la URSS ha ido sumando miembros hacia las fronteras de Rusia. Pero lo que la propaganda rusa no dice es que este avance no ha sido unilateral, ya que en muchos de los casos han sido los gobiernos de los propios países de Europa del Este los que han solicitado su adhesión por temor a Rusia. Respecto a la desnazificación, el argumento se basa en la presencia en Ucrania de un grupo militar neonazi conocido como Batallón de Azov, que surgió como fuerza paramilitar y ahora está integrado al ejército ucraniano. Pero la propaganda rusa no dice que este batallón representa la mínima parte de todas las fuerzas ucranianas y no tiene mayor injerencia en el gobierno. Acerca de la idea de liberar el Donbás, una región de fuerte presencia rusa, el Kremlin obvia decir cómo ha armado, sostenido y usado a las milicias separatistas desde 2014. Moscú dice que en ese año Ucrania fue víctima de un golpe de estado patrocinado por Occidente, lo cual es parcialmente cierto, pero oculta que el gobierno derrocado era satélite de Putin.

Del lado de Kiev y Occidente, se asume que Ucrania es sólo una víctima del nuevo e irracional imperialismo ruso. Esta visión omite las acciones emprendidas por fuerzas gubernamentales ucranianas contra la población de etnia rusa en el Donbás. Además, no comprender las razones de Putin no significa que no las haya. La lógica por la que actúa el gobierno ruso puede parecer incomprensible a Occidente, pero existe. Las causas que Washington y sus aliados atribuyen a la invasión rusa van desde la supuesta intención de Putin de reconstruir la URSS hasta la presunta necesidad de afianzar internamente su régimen. No obstante, esta visión sesgada deja de lado la doctrina geopolítica que Rusia viene aplicando desde 2000 y la concepción histórica que Moscú tiene de su papel en Eurasia y el mundo. La Rus de Kiev y, posteriormente, el Principado de Kiev, constituyen el origen de Rusia, estrechamente vinculado con el de Ucrania. Poco después de la caída de Constantinopla a manos de los otomanos en el siglo XV, el Principado de Moscú -posteriormente Zarato e Imperio ruso- se asumió como legatario del Imperio Romano de Oriente, con una misión histórica en la cristiandad y el continente euroasiático. Desde entonces, la enorme expansión de su territorio estuvo acompañada de la vulnerabilidad provocada por la ausencia de fronteras naturales en Europa, lo que llevó al Kremlin a construir en el siglo XX una muralla territorial en Europa del Este para evitar que se repitieran invasiones como la de Napoleón y Hitler. Europa Oriental es tan vital para la geopolítica rusa como lo es México para la geopolítica estadounidense. Durante la guerra, la propaganda ucraniana y occidental se ha concentrado en maximizar los daños causados por los ataques rusos a objetivos civiles y, a la par, hacer ver que el ejército invasor está perdiendo la guerra. En esta estrategia la figura del presidente Volodímir Zelensky juega un papel de primer orden al construir una imagen hollywoodense de una resistencia heroica en una especie de nueva versión de David contra Goliat. Lo que deja de lado esta versión es que David, o sea, Ucrania, está recibiendo millones de dólares de ayuda militar de la OTAN, el verdadero Goliat de nuestro tiempo.

Lo más preocupante de estas dos corrientes de propaganda es ver cómo se alimentan entre ellas. Es cierto que la inteligencia estadounidense detectó y denunció meses antes de la guerra que Rusia estaba preparándose para una invasión. Pero también es cierto que EUA hizo poco o nada para, por la vía diplomática, persuadir a Putin de que desistiera de sus planes. Al contrario, siguió alimentando la idea de que Ucrania podría pertenecer en un futuro no muy lejano a la OTAN, una realidad inconcebible para la geopolítica rusa. También es cierto que hasta poco antes del 24 de febrero Rusia negó que tuviera la intención de atacar a su vecino o que se estuviera preparando para ello. Pero más claro aún es ver que, en medio de la guerra, las retóricas contrarias se refuerzan una a la otra. La agresión de Rusia a Ucrania ha tenido el efecto de fortalecer a la OTAN, una organización que tras la administración Trump estaba minada. Tanto así que Suecia y Finlandia, históricamente neutrales, contemplan ahora su adhesión dándole nueva vida. La invasión también ha fortalecido e institucionalizado a los grupos neonazis de Ucrania. De igual forma, la absurda andanada de cancelaciones y censuras a todo lo que huela a Rusia, aunada a las sanciones a este país, está fortaleciendo internamente el discurso victimista y autoritario de Putin y, bajo esta lógica, abriendo la puerta al uso de armas más potentes. Y así como se alimentan entre sí, las propagandas de ambos bandos nutren la retórica belicista de los esbirros de la industria de las armas. Así que, no nos engañemos, nos están dando dos órdenes de propaganda con papas.

@Artgonzaga

Urbeyorbe.com

Escrito en: Urbe y orbe propaganda, Ucrania, rusa, militar

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Editoriales

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas