Nosotros

PADRES E HIJOS

Cuidemos mejor a nuestros hijos e hijas

PADRES E HIJOS

Cuidemos mejor a nuestros hijos e hijas

Cuidemos mejor a nuestros hijos e hijas

IGNACIO ESPINOZA

De manera lamentable, en los años recientes, hemos constatado cómo la violencia intrafamiliar se ha incrementado de forma significativa, y no sólo entre los cónyuges, entre las parejas, sino que este fenómeno ha alcanzado a niños, niñas y adolescentes en diversos niveles, a tal grado que las agresiones no sólo son de tipo físico, pues se han conocido muchos casos en los que los menores de edad han sido objeto de ataques sexuales, psicológicos y emocionales que en muchas ocasiones les generan daños irreversibles o difíciles de superar.

Como integrantes de una familia, a muchos adultos nos lastima el hecho de darnos cuenta de esos casos en los que infantes de muy corta edad han sido ya víctimas de esa violencia que les provoca heridas no sólo a nivel físico, sino en el plano emocional, que en ocasiones son las que más daño les generan, pues les dejan secuelas que no siempre son fáciles de borrar a pesar de la terapia que les puedan brindar, ya que se trata de agresiones cuyas huellas permanecen por años en la mente de quienes las padecieron en un tiempo que en su momento les pareció eterno.

Ya sea a través de medios convencionales como la televisión, la radio y los periódicos, o de plataformas tecnológicas o digitales, hemos sido testigos indirectos de casos que nos han estremecido y consternado por la saña con que se cometieron, y también generalmente nos preguntamos qué podemos hacer para que nuestros hijos, hijas, sobrinos, primos y demás menores de edad no vayan a sufrir algún tipo de violencia, si a veces dentro de la misma familia son agredidos de muy variadas formas sin que los progenitores se percaten de esos episodios sino hasta que estos hacen crisis en quien los padece.

Generalmente, los padres de familia nos esforzamos al máximo en aspectos como la seguridad de nuestros hijos e hijas, a tal grado que no escatimamos en tiempo y recursos económicos para cerciorarnos de que su integridad física, moral y emocional no corre riesgo, pues para ello tratamos de vigilar cada aspecto de su vida, sobre todo en el que se refiere a su relación con las personas fuera del entorno del hogar, que es donde podrían sufrir algún tipo de violencia, para lo que en ocasiones hasta escudriñamos con tal de prevenir cualquier agresión de las que podrían ser víctimas.

Tal vez a muchos padres de familia les podría parecer exagerado el hecho de que algunos progenitores extrememos las medidas de seguridad cuando se trata de cuidar a los hijos, empezando por la concesión de permisos tan sencillos como acudir a la casa de algunos de sus compañeros para hacer alguna tarea de la escuela o simplemente para reunirse con fines de convivencia o recreativos, cuando lo que debemos hacer es preguntar el domicilio exacto del lugar al que irán, quiénes estarán en ese lugar, a qué hora hay que recogerlos, e incluso, si es posible, llevarlos e ir por ellos, para tener la tranquilidad de que todo está bien.

En estos tiempos, más vale extremar toda clase de medidas de prevención, de ahí que nunca estará por demás preguntarles a nuestros hijos e hijas (aunque se enojen y molesten) cuánto tiempo estarán en ese lugar (ya sea un domicilio particular, el cine, en un lugar público, entre otros), pues el riesgo de que algo negativo les suceda siempre estará latente, así que siempre será mejor discutir un poco con nuestros vástagos hasta llegar a un acuerdo donde si bien se les dé un permiso, también sepan que hay ciertas condiciones y restricciones.

Recordemos, amable lector, que los padres (y nadie más que nosotros) somos los responsables de la seguridad de los hijos e hijas, de ahí que también debemos estar atentos a algún cambio en su conducta que nos indique que algo sucede o que no está bien, sobre todo si notamos un cambio en sus rutinas o en sus actitudes, ya que puede ser un foco de alerta que nos puede estar avisando que algo negativo está ocurriendo en su vida, como el hecho de que alguien les haya ocasionado daño en los aspectos físico, psicológico, emocional o hasta sexual.

Por supuesto que no sería muy complicado saber que algo grave les ocurrió si nosotros, sus padres, somos quienes mejor los conocemos, por lo que, si así fue el caso, debemos buscar el origen de ese daño, para de esa forma saber cómo debemos actuar y proceder para mantener a nuestras hijas e hijos lejos de quien o quienes les lastimaron.

No se trata, aclaro, de ser alarmistas, pero sí de ser sensibles y de mantenernos perceptivos para saber cuándo alguno de nuestros hijos o hijas fue víctima de algún episodio de violencia física, emocional o sexual, pues de ahí podemos partir para apartarlos de esa fuente de agresión.

Si se diera el caso de que corroboráramos que alguna de nuestras hijas e hijos fue víctima de agresión de cualquier tipo, lo más conveniente es platicar con ellas y ellos para explicarles que, generalmente, esas conductas se traducen en delitos que deben ser denunciados ante las autoridades correspondientes, para que ellas procedan contra el o los presuntos responsables y estos sean sancionados y castigados conforme a la ley, a pesar de que el aparato judicial no siempre es eficiente ni confiable, pero, hasta el momento, no hay otra forma de hacer pagar a los delincuentes por sus acciones.

Escrito en: Padres e hijos hijos, nuestros, pues, hijas

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Nosotros

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas