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SORBOS DE CAFÉ

El viento del pasado

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El viento del pasado

El viento del pasado

MARCO LUKE

El viento entraba por la ventana haciendo bailar a las persianas.

Las nubes se habían llevado el calor y en su lugar, la lluvia hacía presencia caminando lentamente desde el horizonte.

Amenazante oscurecía el cielo como reclamando su imperio.

Sobre las banquetas, los árboles se balanceaban ligeramente de un lado a otro, y yo, mirándolos a través de la ventana, quedé hipnotizado.

Sin parpadear, con la mirada perdida en ese vaivén mis ojos fueron atrapados por una imagen del pasado.

Tu cara apareció adornando la portada de esa historia escrita por la memoria, y me detuve por un par de minutos en ella para darme percatarme cuánto tiempo había pasado desde aquella vez que vi tus ojos reflejados en el retrovisor.

Recordé tus ojos seduciendo a los míos presos en ese espejo.

Después de tanto tiempo de aquel día, la vida nos daba otra oportunidad.

Hacía un par de días que coincidimos.

Aunque creo que nos perseguimos y le echamos la culpa al destino.

Conservabas todos tus atributos, pero los habías sazonado con una pizca de madurez provocando sentirme más inquieto que la última vez.

Pero la bendición más grande fue que, aún después de tantos años, teníamos en común la libertad.

No pude evitar alegrarme por los fracasos, significaban la llave de tu cuerpo.

Ya pasadas algunas páginas en mi mente, recordando cada color, cada olor y hasta las voces de muchos que ya no están, un mensaje tuyo en mi teléfono rompió la hipnosis.

Leer tu "hola", confirmó la continuidad de una historia que parecía terminada.

Nada más lejos de la realidad, sólo fue interrumpida y esta vez, habría de terminarse en la tumba de alguno de los dos.

Conversamos dejando entre las letras y las comas ese mismo flirteo impreso en el espejo, pero ahora se escribía sobre las teclas desesperadas por escribir "te deseo más que la primera vez que te vi"

De qué platicar no era lo importante, sino saber que estábamos en una conversación sólo nuestra.

Y de la nada empezaron a fluir las ganas dentro de las palabras guardadas en el deseo que se mantuvo flotando durante los años.

Inventamos un vocabulario y excluimos todas las letras que se atrevieran a poner en peligro a los instintos recién recuperados.

Volvía a verte debajo de la sombra protegiendo la confesión saliendo de tu voz, algo que parecía más una petición esperada por mis odios hace tanto.

Y mientras te escribo, sonrío.

Aunque el pánico me desespera en lo poco que te tardas en responder.

Es absurdo darme cuenta sentir más ansiedad por los pocos segundos esperando tu mensaje que los años donde eras una posibilidad remota para mis labios.

Mientras tanto el viento sigue entrando por la ventana y refresca mis esperanzas.

El cielo nublado va traduciendo todas las sensaciones escritas en mi alma, escritas en el idioma que no había aprendido sino hasta que me lo enseñaste tú.

Las persianas ahora bailan con una cadencia perfecta, igual que tú cuando caminas sobre las banquetas del pueblo.

Y entre mensaje y mensaje, vuelvo a recordar tus ojos grandes confundiéndose en una fotografía humedecida por los restos de lluvia.

Por fin, dejaré de besar esa fotografía que mantuve escondida por años, en su lugar, besaré tus labios.

Dejaré libre tu imagen y guardaré tu compañía en el desván.

Dejaré libre a mis deseos, voy a atar mis ganas a tus manos, y para no errar en los años siguientes dejaré que el viento siga entrando por la ventana...

Le voy a permitir que me acaricie en la cama... pero contigo a mi lado.

Escrito en: Sorbos de café viento, ojos, mensaje, ventana

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