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YAMIL DARWICH

Hace más de 50 años, se empezó a advertir en el mundo la grave falta de agua; solo un 2.5% es útil para beber y el resto, el 97.5%, está salada o contaminada.

En La Laguna estamos a punto de llegar a una crisis insostenible.

El tema del uso y abuso del agua ha sido causa de repetidas discusiones técnicas, llevado a lo político y manipulado por los politiqueros; en tanto, nos estamos quedando sin el líquido elemento y habrá que actuar de inmediato para evitar las situaciones catastróficas que ya viven otras regiones de México.

También, repetidamente se ha advertido el desperdicio que hacemos; desde el abuso en la agricultura, su contaminación por industriales inconscientes, hasta la irresponsabilidad en el cuidado y mantenimiento de las redes de abastecimiento urbano.

Para nadie es extraño que al menos el 50% del agua entubada, particularmente en Torreón, se pierde por fugas del sistema.

Las acusaciones a los productores de pastos para alimentar ganado; los señalamientos de los maquiladores que la contaminan y quienes, para colmo, la vierten en el lecho seco del río Nazas y en general la sobreexplotación de los mantos freáticos tampoco son novedad. De fondo, nada se hace para detener el daño ecológico.

Ahora, ante la ya muy marcada escasez y carencia, el municipio de Torreón anuncia acciones que permitirán paliar la crisis; la realidad es que darán aspirinas al enfermo grave.

El alcalde Román Cepeda, rápidamente aprendió la excusa del sexenio y acusa a las administraciones anteriores de negligencia y tiene mucha razón, aunque habrá que recordarle que no basta nos señale culpables, sino encuentre soluciones de fondo.

Propone la perforación de nuevos pozos y no menciona el agotamiento de las reservas subterráneas; llegamos al extremo de extraer aguas fósiles que, además, traen aparejados problemas de salud: desde intoxicaciones, daño orgánico y hasta cánceres.

Reconoce la falta de mantenimiento de la red urbana y la urgencia de reparar las fugas; sin embargo, la acción efectiva contra el daño se lograría con la reposición total de la red, particularmente en el centro comercial de la ciudad. La posible solución se ve lejana ante la falta de presupuesto; en tanto, promete pipas que llevarán el agua mínima necesaria para uso familiar a las zonas más dañadas.

Dice solicitará apoyo de los propietarios de pozos para que permitan la interconexión con los abastecedores de la red hidráulica municipal. El problema es la falta de agua y la mala calidad de la misma, no el número de norias.

También advierte la promoción de cuidado del agua entre los particulares, inclusive ofreciendo apoyos para compra de tinacos de uso familiar y hasta la amenazas de penalizaciones más severas a quienes abusen de ella. Otra vez se deja de lado el problema original: la falta de agua.

Sin duda que somos habitantes del árido-norte quienes carecemos de educación sobre el sentido ecológico en general y manejo del agua. Sería buena acción insistir en cubrir la deficiencia, aunque los resultados se sentirían luego de años de trabajo, particularmente sensibilizando a las nuevas generaciones.

Desde luego que otra buena acción sería aprovechar las aguas residuales, transformándose en "grises", útiles para regado de jardines y otros usos domésticos ajenos a la ingesta. Desafortunadamente no existen potabilizadoras suficientes y mucho menos redes alternas de distribución, deficiencia que requiere de fuertes inversiones. Otro camino cerrado.

Durante décadas -prácticamente desde el nacimiento de La Laguna- se ha hecho valer el viejo lema: "haga obras compadre" y enterrar el esfuerzo de cuidar el agua no ha sido del interés de los administradores públicos. Piensan solamente en su carrera.

SIMAS, ha sido el medio de obtener fondos con fines politiqueros; desde dineros poco rastreables, hasta beneficios ilegales otorgados con fines electoreros y de control de barrios.

Es bueno que el alcalde, responsablemente, reconozca la gravedad del problema, aunque sería mejor hablara con la verdad y aceptara el costo político de informar a sus gobernados.

De nuevo aparece la oportunidad para que los administradores públicos acepten la participación y orientación de quienes realmente saben y pueden ofrecer alternativas definitivas para atacar el problema, de fondo. Seguramente, haciendo público el esfuerzo y la realidad, la población entenderíamos el reto y reconoceríamos su esfuerzo.

Es preocupante ver, pasado el tiempo, el poco avance de solución ofrecido por el Gobierno Federal y el potencial peligro de que, nuevamente, nos estén "dando atole con el dedo".

Muy importante mantenernos atentos y participemos en solucionar el problema; empecemos cuidándola en el uso familiar y personal, luego apoyemos a las autoridades para que exijan a niveles estatales y federales que nos reviertan el beneficio de nuestros impuestos entregados durante los más de cien años de existencia de la zona conurbada de La Laguna.

¿Estamos dispuestos a participar para mejorar nuestra realidad?

[email protected]

Escrito en: Diálogo agua, falta, daño, quienes

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